Repliqué, "El arroz ha
estado listo por mucho tiempo, pero todavía quiere cernerse."
El Gran Maestro golpeó el
mortero tres veces con sus bastón. Inmediatamente entendiendo lo que el
Gran Maestro quería decir, fui a su habitación, en la tercera posta, [en
el medio de la noche]. Usando su vestimenta como resguardo o mampara, de
manera que nadie nos viera, él me explicó el Sutra Diamante.
Cuando llegó al punto donde dijo, "Deberás activar la mente sin
vivir en nada," en el momento de él pronunciar esas palabras yo tuve
la realización abrumadora de que todas las cosas no están separadas de
la naturaleza inherente.
Entonces le dije al Gran Maestro,
¿Quién habría predicho que la naturaleza inherente es originalmente
intrínsecamente pura? ¿Quién habría predicho que la naturaleza
inherente originalmente no nace ni muere? ¿Quién habría predicho que la
naturaleza inherente es originalmente completa en sí misma? ¿Quién habría
predicho que la naturaleza inherente es originalmente inmovible? ¿Quién
habría predicho que la naturaleza inherente puede producir miríadas de
cosas?
Conociendo que había realizado
la naturaleza original, el Gran Maestro me dijo, "Si uno no discierne
la mente original, no hay ningún beneficio en estudiar las enseñanzas.
Si disciernes tu propia mente y ves tu propia naturaleza esencial, eres lo
que ellos llaman un gran hombre, un maestro de humanos y ángeles, un
buda.
Recibí la enseñanza en el medio
de la noche, sin que nadie lo supiera. Él entonces me entregó la
doctrina de la inmediatez, como también el tazón y el
manto diciendo, “Eres el Gran Maestro de la sexta generación. Se
consciente y libera espiritualmente los seres en todas partes,
popularizando las enseñanzas de manera que no mueran en el futuro.
Escucha mi verso:
“Aquellos con sentido plantan
semillas;
Los frutos crecen de la tierra.
Dado que no hay semilla sin
sentido,
No hay naturaleza, ni vida.”
El Gran Maestro también dijo,
“Cuando el gran maestro Bodhidharma llegó a esta tierra por primera vez
hace mucho tiempo, las personas todavía no creían en él, así que él
dio su manto como la encarnación de la fe, y ese manto ha sido heredado a
través de generaciones. En cuanto a la enseñanza, es trasmitida de mente
a mente, capacitando a todos a despertarse a sí mismo y a entender por sí
mismo.
“Desde los tiempos
inmemoriales, los budas han comunicado solamente la realidad original; los
maestros han impartido íntimamente la mente original. El manto es un
hueso de controversia; detengámoslo contigo y que no se dé. Si tu fueras
a dar este manto, tu vida estaría en peligro. Debes irte inmediatamente,
porque temo que las personas te puedan dañar.”
Pregunté, “¿Dónde debo
ir?”
El Gran Maestro dijo, “Detente
cuando encuentres a Huai; hiberna cuando encuentres a Hui.”
Cogiendo el manto y el tazón en
el medio de la noche, dije, “Soy originalmente un sureño, y desconozco
los caminos montañosos de aquí. ¿Cómo puedo salir de la boca del río?”
El Quinto Gran Maestro dijo,
“No te preocupes. Yo mismo te llevaré allí. Entonces el Gran Maestro
me llevó a la Estación del Río Nueve, donde me puso en un bote. El
Quinto Gran Maestro mismo cogió los remos y remó.
Le dije al Gran Maestro que se
sentara y me dejara remar, pero él dijo, “Es lo apropiado que yo te
transporte de una orilla a otra.”
Le dije, “Cuando las personas
están perdidas el guía los transporta de una orilla a la otra, cuando
uno está iluminado, uno se transporta a sí mismo a la otra orilla.”
El Gran Maestro dijo, “Así es.
Así es. En lo sucesivo el Budismo llegará a ser muy popular a través de
ti. Tres años después que te vayas, me iré de este mundo. Ahora debes
de irte; ábrete el paso hasta el Sur. Es mucho mejor no cantar victoria
muy rápido; es muy difícil promover el Budismo.
Después que me hube despedido
y dejé al Gran Maestro, me dirigí hacia el sur. En dos meses alcancé
la montaña de Ta Yu.
(Después que el Quinto Gran
Maestro regresó, él no disertó por muchos días. La comunidad estaba
perpleja. Ellos preguntaron si él no estaba bien o estaba indispuesto.
Él respondió que no era que él estaba enfermo, sino que la enseñanza
se había ido ya al Sur. Cuando ellos preguntaron a quién le había
sido trasmitida, él replicó, “El capaz la ha obtenido.” La
comunidad entonces supo quien era [porque la palabra “capaz” es el
significado de neng en el nombre de Hui-neng])
Muchos cientos de personas me
siguieron, queriendo arrebatarme el manto y el tazón. Un monje, llamado
Hui-ming, que había sido un general de cuatro estrellas y un tipo de
hombre tosco y dispuesto, se unió en la persecución con extremo
entusiasmo. Me persiguió primero que nadie. Lancé el manto y el tazón
en una roca y dije, “Este manto representa la fe; ¿es apropiado
luchar por él?” Entonces me escondí detrás de la leña.
Hui-ming fue hacia el manto y
el tazón y trató de recogerlos, pero no los pudo mover. Entonces me
llamó, “¡Trabajador, he venido por la enseñanza, no por el
manto!” Entonces, salí de mi escondite y me senté sobre un pedrusco.
Hui-ming hizo una reverencia y dijo, “Por favor Trabajador, explícame
la enseñanza.”
Dije, “Dado que has venido
por la enseñanza, deberías invalidar todos los objetos y no concebir
un solo pensamiento; entonces te expondré y explicaré la enseñanza.
Hui-ming estuvo silencioso por un largo tiempo. Le dije,
“Cuando no piensas del bien y no piensas del mal, ¿cuál es tu rostro
original?”
Al oír estas palabras,
Hui-ming se iluminó grandiosamente. Entonces preguntó, “¿Hay una
idea secreta más, además de la idea secreta que ahora secretamente
hemos hablado?”
Le dije, “Lo que te he dicho
a ti no es secreto. Si tú reflejas hacia el interior, el secreto está
en ti.”
Hui-ming dijo, “Aunque yo
estuve en Huang-mei, en realidad yo no he visto todavía mi propio
rostro. Ahora que he recibido tu instrucción, soy como un hombre que
bebe agua y conoce por él mismo si está fría o tibia. Trabajador,
ahora tú eres mi maestro.”
Le dije, “Si tú eres de tal
modo, tú y yo somos ambos estudiantes de Huang-mei. Mantenlo presente
siempre.
Hui-ming también preguntó,
“¿Dónde debo ir después de esto?”
Le dije, “Si vienes a Yuan,
entonces detente; si vienes a Meng, entonces quédate.”
Hui-ming reverenció y partió.
(Cuando Hui-ming puso sus pies en la montaña, le dijo a la multitud de
perseguidores, “He escalado exactamente a las alturas, pero después
de todo, no había ni un rastro de él. Es mucho mejor que miremos por
otra parte.” Todos ellos lo creyeron. Hui-ming después cambió su
nombre a Tao-ming, para evitar asumir el mismo primer nombre característico
del Maestro Hui-neng.)
Después yo vine a
Ts’ao-ch’i, pero otra vez estuve perseguido por los hombres malos, y
entonces me refugié entre un grupo de cazadores en la Cordillera de
Ssu-ming. Pasé quince años entre ellos, ocasionalmente exponiendo la
enseñanza a los cazadores cuando las oportunidades adecuadas aparecían.
Los cazadores me observaban
cerca de las trampas, pero cada vez que yo veía una criatura viviente,
a todas las dejaba ir. En todas las comidas yo ponía vegetales en la
cacerola donde la carne estaba siendo cocida. Si alguien me preguntaba
acerca de eso, le respondía que me comía los vegetales además de la
carne.
Un día pensé que el momento
había llegado para diseminar la enseñanza, y que no debía ya más
estar escondido para siempre. Así que finalmente los dejé y me fui al
templo de la Naturaleza de la Realidad en la Provincia de Kuang. Allí
encontré el maestro doctrinal Yin-tsung dando una disertación sobre el
Nirvana-sutra.
Por ese tiempo el viento
soplaba, y los banderines estaban ondeando. Un monje dijo, “El viento
se está moviendo”. Otro monje dijo, “Los banderines se están
moviendo.” Ellos argumentaron una y otra vez, de forma que salí
adelante y dije, “No es el viento él que se mueve, no son los
banderines los que se mueven; son sus mentes en movimiento.
Todo el mundo se quedó
sobresaltado. Yin-tsung me invitó a la tribuna preguntándome
atentamente acerca del significado interno. Él observó que mi habla
era simple y mi razonamiento preciso y certero; y que eso no había
llegado de las escrituras.
Yin-tsung dijo, “Trabajador,
ciertamente tú no eres un hombre ordinario. Por mucho tiempo, he oído
que el manto y la enseñanza de Huang-mei habían llegado al Sur. ¿Puede
que no seas tú, Trabajador?”
Le dije, “No me atrevo a
presumir.”
Ahora Yin-tsung reverenció, y
me pidió que le enseñara a la comunidad el manto y el tazón que me
habían sido entregado. Yin-tsung también agregó, “¿Cómo el legado
de Huang-mei es demostrado y trasmitido?”
Le dije, “No hay demostración
o trasmisión, solamente es un asunto de ver la naturaleza, no un asunto
de meditación o liberación.”
Yin-tsung preguntó, “¿Por
qué no es un asunto de meditación y liberación?”
Le dije, “Porque esas dos
cosas no son Budismo; el Budismo es una enseñanza no dualística.”
Yin-Tsung preguntó, “¿Cuál
es la enseñanza no dualística del Budismo?”
Le dije, “Tu disertación o
discurso sobre el Nirvana-sutra, que explica la naturaleza búdica. Ésta
es la enseñanza no dualística del Budismo. Por ejemplo, el bodhisattva
Rey de Cualidades Nobles le dice a Buda, ‘¿Cortará la raíz de la
bondad y la naturaleza esencial de la Budeidad, la violación de las
cuatro serias prohibiciones, que causan los cinco pecados perversos o el
conducirseincorregiblemente
sin esperanza?’
Buda dijo, “La Raíces del
bien o la bondad tienen dos aspectos: uno es permanente, otro es
impermanente. La Naturaleza Búdica Esencial ni es permanente ni es
impermanente, de forma que no es eliminada; eso es lo que se llama
no-dualidad.
La Unidad es el bien, el
dualismo no es el bien. La naturaleza búdica esencial ni es el bien ni
no es el bien; esto es llamado no-dualidad.
“ ‘Las personas ordinarias
ven el cuerpo y el mundo como dos; el sabio realiza que su naturaleza
esencial no es dos. La naturaleza no-dual es la naturaleza búdica.’
”
Escuchando esta explicación,
Yin-tsung se regocijó. Uniendo las palmas de sus manos, él dijo,
“Mis disertaciones en las escrituras son como grava; tu discurso en el
significado es como oro puro.”
Ahora él afeitó mi cabeza y
deseó mirarme como su maestro. Entonces finalmente establecí la Escuela
de la Montaña del Este bajo el árbol iluminado.
Alcancé la enseñanza en la
Montaña del Este, pasando gran penalidad y dolor y con mi vida colgando
en un hilo. Ahora he podido participar en esta asamblea junto con el
gobernador y sus oficiales, los monjes, las monjas, y los seglares, esto
es, todas las personas que hemos tenido afinidad por eones: y es porque
hemos ayudado a Buda en las vidas pasadas plantando juntos las raíces
de la bondad, que ustedes han llegado a escuchar este relato
predeterminado e inevitable del logro de la verdad de la enseñanza de
la inmediatez.
La enseñanza de la inmediatez
fue trasmitida por los sabios del pasado; ella no es mi
propia sabiduría personal. Aquellos que desean escuchar la enseñanza
de los sabios de antaño deberán clarificar sus propias mentes. Después
que han oído esto, que cada uno salga de la duda por sí mismo, y no será diferente de los sabios de las generaciones pasadas.
Habiendo
escuchado la enseñanza, la asamblea completa se inclinó
regocijadamente y se retiró.