- El
Fuego del Deseo; La Segunda Noble Verdad del Buda
-
-
- Por
el Rev.
Yin De Shakya, OHY
- Traducido
al español por Oriana Vasquez [Estudiante de Traducción de la
Universidad Aconcagua de Viña
del Mar, Chile] Presentado el 15
de Abril de 2005
-
-
- En
este ensayo
me gustaría hablar sobre la Segunda Noble Verdad del Budismo: El
sufrimiento es causado por el ansia y el deseo.
-
- Es
propio de la naturaleza humana querer más de lo que nos gusta y ser mejor de lo que
somos, no sólo para nosotros mismos, sino también para nuestros hijos, y
para la gente que amamos y nos interesa. Sin embargo, Buda
determinó que es en estos deseos donde
podemos encontrar el origen de nuestro sufrimiento. Pero nos preguntamos,
¿Puede algo tan natural y beneficioso como la “mejoría de las
circunstancias” ser el origen de nuestro sufrimiento?
-
- Este
era el problema que confundía a Buda.
Él era un hombre que parecía tenerlo todo. Era rico, buen mozo,
inteligente, pertenecía a la nobleza y tenía una personalidad agradable.
Pero se desencantó de su vida lujosa y tranquila. Conoció que todas las
personas se enfermaban y se lastimaban, se volvían viejos y morían. Esos
eran hechos comunes de la vida, tanto dentro como fuera de los palacios.
Pero, ¿por qué la gente de todo el mundo era tan infeliz, tan miserable y
estaba siempre quejándose? Este no era un problema común y requería que
un hombre extraordinario, como el Príncipe Siddharta, lo resolviera. Él
renunció a su riqueza, a sus grandes placeres y se “retiró
al bosque”, un término que aún significa el comienzo de la búsqueda
por la respuesta a la pregunta más problemática de la vida: ¿Por qué la vida de los seres humanos está tan llena de amargura y
dolor?
-
- Tenía
29 años cuando comenzó esta búsqueda, y seis años después, alrededor
del año 528 a.C., encontró la respuesta. En una experiencia de Iluminación
Única, que fue tan profunda que cambió no sólo su vida, sino las vidas de
millones de personas que lo seguían, el descubrió el Camino
a la felicidad. La causa del Sufrimiento, determinó Él, era el deseo.
Entendió, que no importaba cuanta riqueza tuviera el hombre, siempre iba a
querer más. Ningún nivel de placer o poder podría satisfacerlo, siempre
iba a querer más. Un hombre desea más, debido a que no está contento con
lo que tiene, sin embargo, quiere más de lo mismo: más dinero, más
placer, más poder. Pero estas cosas son parte del mundo material ilusivo,
el mundo de Sámsara, y este mundo material está gobernado por el estúpido
ego, no hay nada en ‘él’ que sea
eterno e incondicional. Sólo en el mundo del Espíritu, en la realidad
del Nirvana, un hombre podrá conocer la satisfacción. La verdadera
satisfacción tiene que ser eterna, universal e incondicional. Y esta, es la
solución del problema. Entonces la respuesta para el hombre, era no
involucrarse a sí mismo en los conflictos y pasiones del mundo material. Él
tenía que apartarse de las cosas que no podrían posiblemente satisfacerlo,
y en su lugar dirigirse hacia la única fuente de tranquilidad eterna que un
hombre puede poseer: el Refugio espiritual dentro de si mismo. Sólo ahí el
hombre puede encontrar, “la paz que sobrepasa todo entendimiento”, como
lo dijo San Pablo.
-
- Una
leyenda contaba que Buda, después de su iluminación, tuvo un breve
encuentro con un ascético, y, al ver que Buda parecía estar profundamente
sereno y contento, el ascético le preguntó: “¿Eres Dios?”. Buda le
contestó “No”. Entonces el ascético le preguntó: “¿Eres un
hombre?”. Buda le respondió “No”. Finalmente el ascético le dijo,
“Bueno, si no eres Dios y no eres un hombre, ¿qué eres?” y Buda le
respondió “Soy el despierto”.
-
- Literalmente
la palabra Buda significa “Aquel
que ha despertado”.
- La
primera vez que Buda hizo el intento de explicar la verdad acerca de lo que
había descubierto, Él ofreció una Enseñanza que fue conocida con el
nombre de Dhammacakkappavattana
Sutta o El Discurso de la
Puesta en Movimiento de la Rueda de la Doctrina. Este sermón contiene
sus Cuatro Nobles Verdades.
-
- La
Primera Noble Verdad es “Dukkha”, La existencia del sufrimiento. Esta verdad no
establece que TODA la vida es sufrimiento (comúnmente se traduce mal), sino
más bien que cada una de nuestras vidas en este mundo, el mundo de Sámsara o el mundo del ego ilusorio, contiene la razón del
sufrimiento.
-
- La
Segunda Noble Verdad es “Samudaya”. El surgimiento del sufrimiento es causado por el
ansia, el anhelo y el deseo; el deseo de hacer que las cosas impermanentes
sean permanentes. El deseo por más, por mejorar, por innovar y por ser
diferente. Creamos nuestro propio sufrimiento a través de nuestras ansias,
anhelos y deseos egoístas.
-
- La
Tercera Noble Verdad es “Nirodha”. La verdad de que el sufrimiento puede ser penetrado,
comprendido y trascendido.
-
- La
Cuarta Noble Verdad es “Magga”. La verdad del Noble Camino Óctuplo, él que conduce a
la eliminación del sufrimiento.
-
- Pero
hoy, hablaremos sobre la segunda de estas verdades, la verdad del
surgimiento del sufrimiento; la causa del sufrimiento; un problema puramente
humano al que llamaremos “El fuego del deseo”.
-
- En
algún momento de nuestra infancia, comenzamos a sentir que ya no estamos físicamente
unidos a nuestra madre, desarrollamos un sentido de individualidad, un ego y
ahí es donde se encuentra la raíz de nuestro sufrimiento. Empezamos a
pensar en nosotros como seres autónomos, entidades permanentes con derechos
propios. Una vez que comenzamos a sentir esta separación o individualidad,
desarrollamos un sentido de presunción y naturalmente nos encariñamos con
este sentido de nosotros mismos. Estamos preprogramados con un mecanismo de
supervivencia que hace que nuestro cerebro quiera proteger a su huésped.
Pero en este programa nos enfrentamos a la no permanencia. Todo está
continuamente cambiando. El universo entero – incluyéndonos - está en un
continuo fluir. Entonces, la congregación completa de antojos y deseos,
frenéticamente les sigue, causando incluso más sufrimiento a medida que
comprendemos que todo lo que deseamos es impermanente. Pensamos que teniendo
ropa nueva nos hará más atractivos, y de verdad eso ayuda, pero entonces
probablemente la ropa envejecerá, aumentaremos de peso y no la podremos
usar, o simplemente no nos gustará más. Así que queremos más ropa,
porque tenemos el concepto erróneo de que la ropa nueva nos hará felices. Pero
la alegría que sentimos cuando compramos nuestra antigua ropa no duró; y
la alegría que sentimos cuando compramos ropa nueva, tampoco durará.
- Este
continuo descontento les ocurre a todos. Un vicepresidente quiere ser
presidente. Un recepcionista quiere ser secretario. El hombre que maneja un
Dodge quiere manejar un Chrysler. Los hombres de negocio quieren hacer más
dinero para atraer a mujeres atractivas; pero es un hecho que en algún
momento las mujeres perderán su atractivo.
-
- Constantemente
pensamos: “Sí tuviera esto, sería mejor”. Ahora usaré un ejemplo
propio, descubrimos que la meditación es buena y queremos meditar más,
pero rápidamente se vuelve aburrida. Inmediatamente empezamos a inventar
excusas de porque no podemos meditar de la forma en que lo hacíamos.
Pensamos: “Cuando pueda comprar un cojín o un colchón apropiado, podré
meditar más seguido y podré hacer mis elongaciones apropiadamente y todo
estará en su lugar”. Pero al momento de tener el cojín
y la alfombra nueva ¿Adivina qué pasa? Nada.
Ahora nos decimos: “Realmente no puedo meditar todos los días al
menos que tenga un cuarto exclusivamente para meditar, un cuarto
donde nadie me moleste, donde no escuche ruidos,
pueda prender mis inciensos sin que nadie se moleste por el humo o el
olor”. Ahora
tenemos nuestro cuarto, pero ahora no podemos meditar
debido a que tenemos demasiados compromisos que cumplir, compromisos que
lamentablemente no nos permiten gastar una hora al día en sólo estar
sentados. Y así continuamente, excusa tras excusa. Ansiamos y deseamos,
satisfacemos los deseos y el resultado es que cualquier cosa que queramos no
nos sirve para vivir al tope de nuestras expectativas o no nos dura, o nos
aburrimos de eso.
-
- Estamos
constantemente comprometidos en Samudaya,
creando sufrimientos a través de nuestras ansías y deseos, debido a que
queremos que las cosas sean diferentes de lo que son. A veces las ansías
son profundas y queman; pero a menudo son sutiles o imperceptibles, pequeños
“deseos” que nos entretienen
todo el día. “Me gustaría que estuviera más fresco afuera”. “Me
gustaría que esos niños estuvieran tranquilos”. “Me gustaría que este
café tuviera más azúcar”. “Me gustaría que las colas no fueran tan
largas en los supermercados”. “Me gustaría que este tipo dejara de
hablar del sufrimiento”.
-
- Es
una constante batalla que tenemos dentro de cada uno de nosotros, pero
podemos comenzar a comprender estos deseos, ser comprensivos con ellos, podemos
reducir el poder que tienen sobre nosotros.
-
- Debemos
empezar por comprender que las cosas no van a hacer que nuestros deseos de
ellas sean de cierta forma y que está bien si no lo son. Por ejemplo,
algunas personas creen que hay una fuerza en el universo llamada “Karma”
y que esta fuerza causa tanto
placer como dolor, basándose nuestros actos buenos y malos del pasado.
-
- Recuerdo
otra charla o ensayo en el que se decía algo así: “Me pregunto de donde
la gente sacó la idea de que el karma
es un tipo de fuerza misteriosa con voluntad propia… o de donde vino la
idea de que existe un “buen karma” y un “mal karma”. Simplemente el
karma es la red de causas y efectos en el que nos encontramos. Es el como lidiar con
una situación, como actuar y reaccionar frente a lo que parece ser bueno o
malo. El karma es impersonal… sólo es otro nombre para la acción de Maya.
Los átomos giran, las personas se sienten amenazadas y son chismosas, el
agua se evapora, los bebes lloran, la gravedad atrae y los egos se salvan a
ellos mismos con los siete pecados capitales: los celos, la gula, la
lujuria, la ira, la pereza, la codicia y el orgullo”.
-
- Cuando
verdaderamente entendemos que las cosas pasan, automáticamente las
etiquetamos de “buenas”, “malas” o “neutrales” y etiquetar las
cosas es parte del problema, luego de esto tenemos que empezar a liberarnos
del sufrimiento. Cuando verdaderamente entendemos que son NUESTRAS
intenciones, NUESTROS pensamientos, NUESTRAS acciones, NUESTRO discurso,
NUESTRAS vivencias, NUESTROS esfuerzos, NUESTRO entendimiento y NUESTRA
concentración las que pueden crear el sufrimiento o el no-sufrimiento,
entonces podemos conseguir la libertad.
-
- Nunca
vamos a vivir en un mundo en el que la leche no se agrie, en donde la
gravedad haga que el excremento de las aves
no caiga en nuestros autos, en donde los niños no hagan ruidos, en
donde los padres no mueran y en donde no haya guerras. Pero podemos empezar
por aprender a como aceptar esas
cosas con un grado imparcial de compasión. Sin dejar de ser cariñosos;
aprendiendo a querer a todos por igual. Sin dejar de llorar cuando la
persona que amamos muere; también lloramos un poco por todos los que pasan
por ella; desde nuestros hijos, hasta el asesino en serie que fue ejecutado
la noche anterior. Sin dejar de desear que las cosas sean mejores;
trabajamos para hacer, que esas cosas que podemos cambiar, sean un poco
mejor.
-
- Lo
único que sabemos con seguridad es que estamos aquí, en este mundo y
tenemos esta vida para poder ejercer algún control sobre ella. Tenemos esta
única oportunidad para liberarnos del sufrimiento; debido a que la
iluminación llega en un instante y de un momento a otro erradica todos
nuestros sufrimientos pasados, no importa cuanto hayamos vivido. Lo que es
importante es aprovechar el primer paso para entender la naturaleza de
nuestros deseos. Después, sin importar el tiempo que nos queda, podemos
entrar al momento eterno de la verdad y encontrar la constancia y el amor
incondicional.
-
- Uno
de los dones más maravillosos que podemos regalarnos a nosotros mismos, es
el don del entendimiento. No necesitamos un cojín nuevo o una habitación
nueva. No necesitamos tener como costumbre el sentarnos en un cojín, por
una hora al día, para meditar. No necesitamos tener el control de nuestros
deseos. Podemos llegar a la fuente del sufrimiento y eliminarla con un
simple pensamiento.
A
la Tabla de Contenido
A la Página Principal