Después de alcanzar su Iluminación,
Shakyamuni predicó el Budismo durante cuarenta y nueve años. Durante
este tiempo, en más de trescientas reuniones de su Sangha, él expuso el
Dharma. A veces predicó desde el cielo, a veces desde la tierra y a veces
desde el silencio del Árbol Bo en el jardín solitario.
El Buda vivió en el nordeste de la india,
en un área alrededor del Río de Ganges; y desde allí predicó el Dharma
para que nosotros los seres humanos pudiéramos lograr la Iluminación;
obtener sabiduría; purgar los venenos de la codicia, el enojo y la tontería;
entender las consecuencias del pecado; distinguir la diferencia entre
bueno y malo; distinguir la diferencia entre la bondad y la crueldad;
distinguir lo correcto de lo equivocado, y ser guiados de la oscuridad
atormentadora hacia la bondad y la luz.
El Honorable Shakyamuni predicó una Forma
de Vida o un Camino que dividió en Cinco Principios y Prácticas:
el
entrenamiento en la conducta virtuosa;
el entrenamiento en la concentración
y la meditación;
el entrenamiento en la comprensión o sabiduría
trascendente;
el logro de la
emancipación;
y el
logro de la percepción
completa de la Verdad o estado de Budeidad.
Si cualquier persona se disciplina
cuidadosamente siguiendo estos cinco aspectos del Camino, puede
convertirse en un Buda.
¡Pero primero debe volverse un ser humano
bueno!
La persona que empieza a recorrer el
Camino debe procurar observar cuidadosamente las diez benevolencias.
Adhiriendo a estos principios, se construirá una base firme que una vez
cimentada le permitirá seleccionar cualquier método o área de estudio
budista, cualesquiera que le acomode mejor. Hay un viejo refrán que dice:
"El edificio que se erige con cien pies de altura tiene en el suelo
una base firme y sólida".
Disciplinándose en las Diez
Benevolencias, una persona puede obtener pensamientos amables, buena
conducta y un comportamiento moral. El buen individuo influirá la
sociedad en la que vive; la buena sociedad influirá la nación; y la
buena nación influirá al mundo entero. Si todos practicamos las Diez
Benevolencias tendremos familias en armonía, sociedades ordenadas y un
mundo pacífico. Por consiguiente, pidiendo a las personas que practiquen
las Diez Obras Benévolas es la tarea más básica para los Budistas. Esto
también ayudará a proveer resguardos para la sociedad en formas que
incluso las leyes no pueden proporcionar.
Nosotros decimos que el Buda Shakyamuni
predicó las Diez Obras Benévolas a la familia del Rey Dragón en el
Palacio del Dragón, y esto es lo que él enseñó:
1. Debemos ser amables con los animales.
No podemos matarlos.
2. Debemos respetar la propiedad de otras
personas. No se puede robar.
3. Debemos mantener sanos nuestros actos.
No puede haber lujuria.
4. Debemos evitar la mentira cuando
hablamos. No debemos romper nuestras promesas y debemos ser verdaderos y
fidedignos. También, debemos abstenernos de hacer declaraciones vanas,
orgullosas o frívolas.
5. Debemos guardar nuestras palabras
contra la chismografía y la calumnia y no ocasionar problemas entre las
personas.
6. Debemos evitar pronunciar palabras ásperas
y hacer declaraciones descorteses o insultantes, o pronunciar blasfemias.
7. Debemos guardar nuestras palabras de lo
lascivo y de las expresiones fanfarronas; y otras expresiones vulgares o
que estimulen a ello.
8. Debemos ser generosos y cuidarnos de
ser ambiciosos.
9. Debemos purgar nuestros corazones del
odio y la ira.
10. No debemos pensar mal de las personas.
Las primeras tres de estas obras benévolas
están relacionadas con el cuerpo; las siguientes cuatro, específicamente
con nuestro hablar; y las últimas tres con nuestra mente.
Dondequiera que el honorable Shakyamuni
habló, siempre hizo énfasis en la bondad con los animales. Él vio la
matanza de animales como algo ajeno al modo de vida budista. Los animales
tienen sentimientos - pueden sentir placer y dolor - y tienen también
habilidades cognitivas. Los humanos comparten con los animales el miedo a
la muerte y el deseo de vivir y reproducir su propia especie. ¿No es
instintivo en los animales el resistirse a que les hagan daño? ¿No se
esfuerzan por protegerse cuándo se sienten amenazados? ¿No se afligen cuándo
sus compañeros o su cría son asesinados? Ellos también tienen un yo
espiritual, y cuando se les enfurece o se les aflige, su espíritu clama
justicia. Sobre todo cuando un ser humano, que puede pensar, razonar y
adoptar una vida pacífica que cobije todas sus acciones, elige ser cruel
y matar criaturas indefensas, hay gran sufrimiento. Es tan terrible amar
la guerra y rebozarse en cruel desprecio como ser la víctima de tal
crueldad. Pero es aquel que peca quien debe afrontar las consecuencias.
El pecado permanece en el corazón del
pecador y lo castigará de varias maneras. El castigo suave es que causará
al pecador enfermedad física. El castigo severo continuará después de
su muerte terrenal. Según la Escritura Di Zhang [Ksitigarbha
Bodhisattva], "Si usted ve a
alguien sacrificando animales, debe decirle que acortará su propia
vida". Por consiguiente, una persona que quiere ser un buen Budista
no debe matar. Y aun más, debe esforzarse por liberar animales destinados
al matadero.
La Escritura Lin Yin dice, "Si el
mundo entero de seres humanos detiene la matanza de animales, el círculo
amargo de vida y muerte no continuará. El hombre que no detenga la
matanza de animales nunca podrá liberarse de este mundo plagado de
problemas".
De las Escrituras nosotros aprendemos que
las personas que comen carne son crueles y son duros con ellos mismos. Los
pecados que cometen se les devuelven, acortando sus vidas, preocupando sus
mentes, haciéndolos actuar enfurecidos y acarreándose enemigos a si
mismos.
Usted puede preguntar, - ¿cuáles son los
beneficios de negarse a matar animales? - Y la respuesta es que usted
tendrá una mirada amable en su cara. Usted estará atento y cualquier
cosa que haga será exitosa. La maldad y la perversidad se apartarán de
usted. Contento, su suerte siempre será buena. - Dios lo bendecirá por
su bondad.
Otra Escritura dice que al abstenerse de
matar animales usted recibirá diez beneficios:
1. Usted no temerá nada en su vida.
2. Usted siempre tendrá una sensación de
amabilidad y felicidad en su mente.
3. Usted liberará su corazón del odio.
4. Usted no se enfermará.
5. Usted tendrá larga vida.
6. Usted siempre estará protegido por un
dios celestial.
7. Usted nunca tendrá pesadillas.
8. Usted no tendrá ningún enemigo y
todos sus problemas los resolverá fácilmente por usted mismo.
9. Ninguna cosa mala podrá hacerle daño.
10. Al final de su vida usted entrará en
el cielo.
La Segunda Benevolencia es no robar.
Cualquier cosa que no pertenezca a usted,
usted no debe tomarla ya que si lo hace, usted es un ladrón. Usted no
puede tomar la propiedad pública y valorarla como propia. Usted no puede
usar la fuerza para robar personas o robar de ellos en el disimulo. Usted
no puede usufructuarse de su trabajo ilegalmente, o hacer trampa en la
administración, o incluso maquinar para estafar. Usted no puede vender
drogas o contrabandear mercancía ilegal ni evadir el pago de los
impuestos. Todas éstas son maneras ilegales de conseguir dinero.
Cualquier cosa que no pertenezca a usted, usted no debe quedársela.
Piense en lo que puede pasar si usted roba
de alguien o le ocasiona la pérdida de su propiedad. Usted puede causarle
gran desesperación; y él puede enfermar por haber perdido lo que usted
ha robado. A veces la desesperación permanecerá con él para el resto de
su vida. Ahora, la persona que roba no cree en las consecuencias del
pecado. Está tan hundido en el pecado que cree que el tesoro que ha
obtenido ilegalmente estará con él durante mucho tiempo; pero no lo
estará. Piensa que disfrutará durante mucho tiempo su fortuna, pero muy
pronto dejará de disfrutarla. Más pronto de lo que él piensa, en un
futuro muy cercano, se enfermará, quizás con un tipo extraño de
enfermedad, uno que incluso puede resultar incurable. Puede descubrir que
la fortuna que él robó se la ha robado alguien más, o que sus hijos la
malgastarán alocadamente. Las consecuencias de su robo siempre estarán
allí. El castigo estará presente como una red caída del cielo que lo
cubre y no hay forma de escaparse de lo que ha hecho.
La Escritura Di Zhang dice, "Si usted
se encuentra con un ladrón debe decirle que enfrentará la pobreza y el
sufrimiento al final". Tarde o temprano tenemos que pagar las deudas
que contraemos.
El Budismo nos enseña que no debemos
robar.
La Tercera Benevolencia es estar libre de
lujuria.
Los Budistas son personas que pertenecen
al cielo. Un hombre y una mujer que están casados y comprometidos con el
bienestar mutuo son los que deben producir la nueva generación.
Cualquier cosa que pase fuera del
matrimonio es considerada lasciva y es perjudicial a la sociedad porque es
una conducta inmoral. Si un marido es infiel a su esposa o si una esposa
es infiel a su marido, se hace daño a la familia. Este daño puede llevar
a la destrucción de la familia, perjudicando a niños inocentes. La ley
del hombre y la ley de Dios castigarán a la persona que cometa este
pecado.
Estimados amigos, un Budista nunca debe
ser lujurioso de pensamiento, palabra o acción.
La Cuarta Benevolencia es abstenerse de
mentir.
Cualquier palabra que salga de su boca es
algo que representa su mente y su corazón. Haciendo una declaración
falsa como invertir el bien y el mal, o inventar historias que asustarán
a las personas, o hacer otras afirmaciones irresponsables es pecaminoso.
También, siempre debe mantener su palabra. Si por ejemplo acepta un
trabajo prometiendo realizarlo a cambio de un determinado pago, y acepta
el pago sin realmente haber hecho su trabajo, usted ha roto su palabra. Y
si además hace vanas alusiones a su elevada posición, también ha
violado la Cuarta Benevolencia.
La Quinta Benevolencia es abstenerse del
Habladurías Contradictorias.
La habladuría contradictoria intenta
separar a las personas causando problemas entre ellos. Usted puede ir
donde la Persona A y decirle cosas malas sobre la Persona B; y entonces va
donde la Persona B y le dice cosas malas sobre la Persona A. Ambas partes
se perjudican. Usted puede pensar que ha servido a su propio interés
causando el problema entre A y B, pero no es así. El castigo para este
pecado llegará a usted. Tenemos un viejo dicho en la China: "Cuando
el pájaro Jy lucha con una almeja, el pescador es el ganador". Pájaro
y almeja son cogidos por el pescador.
La persona que está envuelta en habladurías
o se complace en ellas no tiene ninguna moral. Su carácter es pobre
porque causar el enfado y el enfrentamiento de otros es algo muy mal
hecho. La Escritura Di Zhang dice, "Si usted se encuentra a una
persona que promueve las habladurías, usted debe detenerlo. Debe decirle
que finalmente no habrá quien lo alabe".
Estimados Amigos, no aticen ni promuevan
los problemas entre las personas. El problema que usted inicie volverá
para perjudicarlo. El Buda nos enseña a no ser chismosos ni enredadores.
La Sexta Benevolencia es abstenerse de
usar blasfemias y palabras ásperas.
Una persona que está enfadada y que tiene
odio en su corazón blasfema.
A veces usted puede encontrarse
discrepando con otra persona. La discordancia puede convertirse en discusión
y en su enojo usted puede blasfemar o utilizar expresiones insultantes.
Estas palabras muestran odio por las personas y odio a si mismo también.
Las personas que insultan otros nunca están
contentas con nadie. Las personas que desprecian la religión y blasfeman
no encuentran consuelo en la religión. El Buda nos enseña a respetar a
otros y a siempre hablar bien del Dharma. Nosotros no podemos proferir
blasfemias.
La Séptima Benevolencia es abstenerse de
piropear / florear
El tejido de seda que tiene flores
impresas en él es muy hermoso. Las personas miran el tejido y se enamoran
de él, ellos son seducidos por las flores. Esto es como endulzarle el oído
a alguien para incitarlo a la lujuria. Esta forma de hablar es
especialmente mala cuando se usa para avivar los sentimientos sexuales de
los jóvenes. Cualquier forma de hablar o de literatura o aun de poesía
dirigido a estimular los impulsos sexuales es piropear o florear y debe
evitarse.
La Octava Benevolencia es evitar ser
ambiciosos.
Todos dependemos del dinero y de cosas
materiales para vivir. Cuando el dinero se gana honestamente, por su
propio trabajo, usted estará contento y será capaz de disfrutarlo. Pero
no sea ambicioso. Los seres humanos tienen una tendencia sin fin a querer
cada vez más y más. Siempre piensan, "Tanto más, tanto
mejor". Ésta es la razón por la cual tenemos guerras. Un hombre
quiere más y entonces compite contra su vecino. Un grupo de personas
quiere más y entonces pelea contra otro grupo de personas. Una nación
quiere riqueza y entonces lucha contra otra nación. Nadie nunca tiene
suficiente.
Pero un Budista debe tener cuidado de no
desear cosas innecesarias en su vida y de saber cuando 'suficiente es
suficiente'. Con tal de que tenga suficiente para sobrevivir - comida,
albergue y otras comodidades básicas de la civilización - eso es
suficiente. Cuál es el propósito de tener más de lo que se tiene si
usted no disfruta lo que ya tiene. Una persona que está contenta consigo
misma siempre será feliz, pero la persona ambiciosa, aun cuando pueda
amasar gran fortuna, nunca estará contenta consigo misma ni feliz.
Siempre tendrá que esforzarse por más.
El Buda nos enseña a tener cuidado de ser
ambiciosos.
La Novena Benevolencia es evitar el odio y
la ira.
Una persona se disgusta con la vida porque
las cosas no van a su manera. Entonces se pone odioso y se enfada.
Vivimos en un mundo que no siempre es
justo. A veces, aunque realmente merezcamos un ascenso o una promoción,
es a alguien con menos mérito a quien promueven, y nos llenamos de celos
y de rabia. Quizás trabajamos y sin falta de nuestra parte podemos estar
en peligro de perder nuestro trabajo. La empresa puede estar a punto de
cerrar o de trasladarse a otra parte. Nos sentimos acongojados y buscamos
alguien a quien culpar de nuestros problemas. No entendemos por qué las
cosas van mal en nuestra vida y en lugar de buscar soluciones a nuestros
problemas, buscamos personas para culpar. La Escritura Hua Yen dice,
"Una vez se siente la ira, esa ira que usted ha creado lo seguirá".
El odio y la ira traen consigo todo tipo de malas conductas.
Un Budista debe tener paciencia. Debe
mantener una mente pacífica, una mente afectuosa y amorosa, una mente
suave y amable para otros. El Buda nos enseña a no permitir que el enojo
y el odio ingresen en nuestro corazón.
La Décima Benevolencia es abstenerse de
los malos pensamientos.
Las personas que usan su inteligencia para
producir teorías e ideas dañinas están pensando malos pensamientos.
Pensamos a menudo que las personas que crean estas teorías e ideas tan dañinas
son ignorantes y muy estúpidas. Pero esto no siempre es así. Estas
personas pueden ser muy educadas, pero simplemente no creen en las
consecuencias del pecado. No creen que la bondad sea el premio para las
personas amables. No creen que el mal sea el premio para las personas
malas. Piensan que después de muertos no hay comunicación con la persona
a quien le han hecho daño. Piensan que el final de la vida es como el
desvanecer de la luz de una lámpara. La carne se vuelve polvo que el
viento soplará lejos. Los huesos se vuelven arcilla en la tierra. Piensan
que no hay ninguna consecuencia para el pecado, por consiguiente se
sienten libres de oprimir a otras personas. Pero los pensamientos malos
que han generado permanecen en su mente y persiguen su espíritu. Nunca
encontrarán descanso.
Un Budista no debe trazar o diseñar teorías
e ideas dañinas.
Estimados Amigos, si ustedes se disciplinan
para observar estas Diez Benevolencias ustedes desarrollarán una mente pacífica.
Nunca estarán enfadados ni descontentos y siempre se sentirán
bendecidos.
Ustedes tendrán buena conducta y se llevarán bien con todos sus amigos.
Entonar las escrituras y respetar al Buda
le ayudarán a obtener estos logros. Tendrán una buena apariencia y el mal se
apartará de ustedes. Todo lo que ustedes ven ahora como feo, de ahí en adelante será
bello.