No he escrito acerca del tema... porque quizás coincido con este condiscípulo y compañero de camino Peruano, y porque a lo largo de 15 años ininterrumpidos de práctica he visto tanto...
Cada vez que alguien llega a practicar, y le dedicamos todo nuestro corazón, pasa algo parecido. Hoy en día la mayoría de las personas quieren tener una mente en paz, pero no tienen ninguna intención de reconocer sus errores, su codicia, su ira, y de renunciar a eso.
Hace un par de años, una estudiante de nuestro centro Zen (Centro Zen Budista Argentino) le preguntó a nuestra Maestra si podía "difundir" el Buddhismo...
La Maestra le respondió: “haga lo que quiera. A mí no me interesa que vengan cien personas o mil. Si hay una sola que comprenda, a ella le dedicaré el tiempo necesario para guiarla y alentarla.”
Pero está la otra visión, supramundana, de los Buddhas y Patriarcas, a la que también debemos prestar atención: es la idea de que si una persona se aproxima aunque sea una vez en su vida a las enseñanzas, hay allí algo muy importante. Aunque no regrese nunca más, aunque se dedique a otra cosa y olvide lo que escuchó. Una semilla, quizás sembrada hace cientos de existencias, está más cerca de las condiciones de germinación. Y no es poco.
Por eso, a pesar de todo, y a pesar de la frustración inevitable que surge a veces cuando vemos que la gente "pasa de largo", y dice "esto no es para mí" al cabo de una o dos veces de haber asistido a una práctica o a una enseñanza, como aspirantes a Bodhisattvas debemos persistir, como decía el Maestro Seung Sahn: “mente de intentar, una y otra vez, si no es ahora será en muchas vidas a partir de ahora, pero mantener el Voto de intentar.”
Gracias a las condiciones y causas afortunadas, hoy estamos cruzando estas palabras un grupo de seres que ni siquiera se conocen en persona, intentando... intentando intentando...
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