Hortensia De la Torre


CARTAS SOBRE YOGA

por

Sri Aurobindo


Tomo I, Sección IV

LA RAZON, LA CIENCIA Y EL YOGA

CONTINUACIÓN

 

En referencia a lo que el profesor Sorley ha escrito sobre El Enigma de este Mundo, el libro por supuesto, no fue escrito como una exposición completa o directa de mi pensamiento, y como fue principalmente escrito para los sadhaks, muchas cosas allí fueron dadas por sentadas. La mayoría de las ideas principales – como por ejemplo la mente suprema – fueron dejadas sin ninguna elucidación o explicación. Para hacer que el intelecto comprenda clara y significativamente las ideas, ellas deben ser presentadas con precisión y en una forma intelectual – lo mejor que sea posible con las cosas supra intelectuales. Lo que está escrito en el libro puede ser claro para aquellos que han ido lo suficientemente lejos en la experiencia, pero para un gran número, solamente puede ser sugerido.

Sin embargo, yo no pienso que la declaración de la cosas supra intelectuales, necesariamente implica, hacer distinciones en los términos del intelecto. Porque fundamentalmente, no es una expresión de ideas llegando a una conclusión por el pensamiento especulativo. Uno tiene que llegar al conocimiento espiritual a través de la experiencia y de la consciencia de las cosas que procede directamente de esa experiencia o de otra que esté basada o se relacione con ella. Entonces, esta clase de conocimiento es fundamentalmente una consciencia y no un pensamiento o una idea formulada. Por ejemplo, mi primera experiencia grande – radical y abrumadora, aunque no resultó terminante y agotadora – vino después y por la exclusión y el silencio de todo pensamiento – primeramente hubo lo que se puede llamar una sustancial espiritualidad o una consciencia concreta de quietud y silencio, entonces apareció la consciencia de alguna Realidad suprema y única en cuya presencia las cosas existieron solamente como formas, pero formas completamente insustanciales, irreales y de ninguna forma concretas; sin embargo todo esto fue aparente /visible / manifiesto a una percepción espiritual y esencial y un a sentido impersonal y no hubo ni el menor concepto o idea de realidad o irrealidad o ninguna otra noción, porque todos los conceptos o ideas fueron enmudecidos o mejor dicho estuvieron completamente ausentes en la absoluta quietud. Estas cosas fueron percibidas directamente a través de la consciencia pura, de manera que no hubo ninguna necesidad de conceptos, palabras o nombres. Al mismo tiempo esta experiencia espiritual de carácter fundamental no es en absoluto limitativa; ella puede existir sin pensamientos, aunque también puede existir con ellos. Por supuesto, la primera idea de la mente sería que el recurso del pensamiento lo trae a uno de regreso de inmediato al dominio del intelecto – primeramente y por largo tiempo eso puede pasar; pero no es mi experiencia que eso es inevitable. Eso pasa cuando uno trata de hacer una narración intelectual de lo que uno ha experimentado; pero hay otra clase de pensamiento que surge como si fuera un cuerpo o forma de la experiencia o de la consciencia involucrada en ella – o de una parte de esa consciencia – y no me parece que sea de carácter intelectual. Esa clase de pensamiento tiene otra luz, otro poder en él, un sentido dentro de lo sentido. Es como esos pensamientos que llegan sin la necesidad de palabras para formarlos, pensamientos que son de una naturaleza que ve directo en la consciencia, inclusive de la clase que tiene un sentido íntimo de contacto formulándose a si mismo en una expresión precisa de lo que sabe o es consciente (yo espero que esto no sea muy místico o incomprensible); pero eso puede decir o nos da a entender, que directamente los pensamientos al convertirse en palabras pertenecen al reino del intelecto – porque las palabras son la invención y el proceso del intelecto. Pero, ¿es esto verdadero o inevitable? Siempre me ha parecido que las palabras vienen originalmente de otro lugar que no es la mente pensante, aunque la mente pensante las coge para su uso y las diseña y arregla libremente para trasmitir sus propósitos. Pero inclusive en otras circunstancias, ¿no es posible usar las palabras para las expresiones de algo que no es intelectual? Housman sostiene que la poesía es perfectamente poética solamente cuando no es intelectual, cuando ella no tiene sentido. Eso es muy paradójico, pero supongo que lo que él quiere decir es que si la poesía es expuesta al examen estricto del intelecto, ella luce extravagante porque comunica algo que expresa, y es real para una clase de visión diferente a la que el pensamiento intelectual no llega. ¿No es posible que las palabras puedan surgir, que el lenguaje pueda ser usado para expresar – por lo menos hasta cierto punto y en cierta forma – la consciencia supra intelectual que es el poder esencial de la experiencia espiritual? Esto, de cualquier modo ocurre por supuesto, – cuando uno trata de explicar la experiencia espiritual al intelecto mismo, entonces es otra cosa.

La interpenetración de los planos es verdaderamente para mi una parte esencial y fundamental de la experiencia espiritual sin la cual, el yoga como yo lo practico y sus propósitos, no podrían existir. Porque ese propósito es, el manifestar, alcanzar o abrazar una consciencia superior sobre la tierra, y no, el apartarse de la tierra en un mundo superior o algún Absoluto supremo. Los antiguos yogas (no enteramente todos) se inclinaban hacia el otro lado – pero yo pienso que eso fue, que encontraron la tierra un lugar imposible para cualquier ser espiritual y la resistencia al cambio muy obstinada para ser soportada; la naturaleza de la tierra los miró con la misma actitud de la similitud de Vivekananda cuando nos habló del rabo del perro, que cada vez que usted lo estira regresa a su curva original. Pero la proposición fundamental en este asunto fue proclamada definitivamente en los Upanishads, que fue tan lejos y tan explícita como para decir, que la Tierra es la fundación, y todos los mundos están sobre la tierra, y el imaginar un rompimiento o una diferencia irreconciliable entre ellos es ignorancia: la divina realización debemos obtenerla aquí y no buscarla en otro mundo. Esta declaración fue usada para justificar una pura realización individual, pero igualmente puede ser la base de una tentativa y esfuerzo más amplios.

Acerca del politeísmo, ciertamente yo acepto la verdad de las muchas formas y personalidades del Uno, lo que desde los tiempos de los Vedas ha sido la esencia espiritual del politeísmo Indio – un aspecto secundario en la forma de ver al Uno y único Divino. Pero el pasaje referido por el profesor Sorley1 se trata de otra cosa – de los pequeños endiosados y Titanes hablando de que hay seres suprafísicos en otros planos. No debe ser sugerido que ellos son Divinidades reales y que tienen el derecho a ser adorados – por el contrario se ha indicado, que aceptar sus influencias es dirigirse hacia el error y a la confusión o al desvío del verdadero camino espiritual. No hay duda, que ellos tienen algún poder para crear, ellos son hacedores de formas en su propia manera y en su dominio limitado, pero los hombre también son creadores de cosas externas y también internas en su dominio y sus límites propios – e inclusive, los poderes creativos del hombre pueden tener repercusiones en los niveles supra físicos.

Yo estoy de acuerdo que el ascetismo puede ser exagerado. El tiene su lugar como un medio – no el único – de dominio propio; pero el ascetismo que se aparta completamente de la vida es una exageración, aunque la persona que ha tenido muchos resultados extraordinarios practicándolo, quizás no hubiera podido llegar a ellos de otra forma. El juego de las fuerzas en el mundo es enigmático, no aplica a ninguna regla o razón, e inclusive una exageración como esa es frecuentemente usada o empleada para traer algo que se necesita para el desarrollo completo del conocimiento, logro y experiencia humana. Pero eso fue una exageración completa y no como se pretende que sea, el sendero indispensable para llegar a la meta verdadera.

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Yo no encuentro nada que objetar al comentario del profesor Sorley sobre la mente quieta, brillante y clara, porque eso indica muy adecuadamente el proceso por el cual la mente se auto prepara en quietud y calma para la meditación y manifestación de la Verdad superior en su superficie o sustancia externa. Una cosa quizás necesita ser considerada – esa quietud pura de la mente es siempre la condición que ha de requerirse, el desideratum; pero para lograrla, hay más de una forma. Por ejemplo, no es solamente por un esfuerzo de la mente misma, que uno puede despejarse de toda emoción o pasión intrusa o de sus propias vibraciones características, o de las emanaciones oscuras de la inercia física que trae el sueño o letargo de la mente, en lugar de su silencio vigilante donde las cosas pueden ser hechas – porque esto es solamente el proceso ordinario de la senda del yogui hacia el conocimiento. Eso también puede pasar por un descenso de lo alto, de una gran quietud espiritual imponiendo el silencio en la mente, el corazón, el estímulo de vida y los reflejos físicos. Un descenso súbito de esta clase o una serie de descenso acumulativos en fuerza y eficacia es un fenómeno bien conocido de la experiencia espiritual. O también, uno puede comenzar un proceso de una clase u otra para el propósito que normalmente significaría una labor larga pero sería aprovechado, inclusive en los primeros pasos, por una rápida intervención o manifestación del Silencio con un efecto fuera de toda proporción para los medios usados al comenzar. Uno comienza con un método, pero el trabajo es hecho por la Gracia desde lo alto, desde Eso al cual uno aspira o una irrupción / invasión de infinidades del Espíritu. Fue en esta ultima forma que yo mismo llegué al absoluto silencio de la mente, inimaginable antes para mi, de que tuviera esta actual experiencia.

Hay otra peculiaridad que tiene bastante importancia, – la naturaleza exacta de esta brillantez , claridad y quietud, – de lo que la constituye, sea meramente una condición psicológica o algo más. El profesor Sorley dice que estas palabras son después de todo metáforas y el quiere lograr expresar la misma cosa en un lenguaje más abstracto. Pero yo no estaba consciente de usar metáforas cuando escribí la frase, aunque si lo estoy de que las palabras pueden sonarle o parecerle a otros en esa forma. Yo pienso que ellas, le parecerían a uno que haya tenido inclusive la mitad de la misma experiencia, no solamente una descripción de ese estado interior más vivida sino más exacta, que cualquier lenguaje abstracto podría dar. Es verdad que las metáforas, los símbolos y las imágenes, son constantes auxiliares requeridos por el hombre místico para las expresiones de sus experiencias: eso es inevitable porque él tiene que expresar, en un lenguaje hecho, o por lo menos desarrollado y manipulado por la mente, el fenómeno de una consciencia que no es mental y al mismo tiempo más compleja y más sutilmente concreta. Es esta concreta sutileza, esta realidad sensible super sensual del fenómeno de esa consciencia a la cual los místicos llegan, la que justifica el uso de la metáfora y la imagen como una transcripción más viva y exacta, que la que los términos abstractos de la reflexión intelectual emplea en sus propios procesos característicos. Si las imágenes usadas son confusas o no correctamente descritas, es porque el escritor tiene una fuerza de expresión inadecuada a la intensidad de su experiencia. El científico habla de las ondas de la luz o de sonido y haciendo eso él usa una metáfora, pero una metáfora que corresponde a una verdad física y es perfectamente aplicable – porque no hay razón por la cual no debe haber una onda o un movimiento de luz o de sonido fluyendo constantemente al igual que de agua. Pero cuando yo hablo de la brillantez, la claridad y la quietud de la mente, no tengo ninguna intención de construir una metáfora para ayudarme en mi descripción. Mi intención fue hacer una descripción tan precisa y positiva como si yo estuviera describiendo en la misma forma una expansión de aire o una lámina de agua. Porque la experiencia mística de la mente – especialmente cuando ella se aquieta – no es una condición abstracta, o una caída, o algún elemento inalcanzable de la consciencia, es una experiencia de una sustancia sutil extendida en la que puede haber y hay ondas, corrientes y vibraciones que no son materiales pero todavía son definidas, perceptibles, y se pueden controlar por un sentido interno como cualquier movimiento de energía o sustancia material por los sentidos físicos. La quietud de la mente quiere decir primeramente la desaparición de los movimientos habituales del pensamiento, formaciones pensantes y corrientes de pensamientos que agitan la sustancia de la mente y que para muchos es un silencio mental suficiente. Pero inclusive en este reposo de todo movimiento de pensamiento o emociones, cuando uno lo observa más de cerca, uno ve que esta sustancia - mente está en un estado constante de vibración muy sutil y difícil de observar al principio, haciéndose después más evidente – y el estado de vibración constante puede ser dañino a la reflexión o recepción exacta de la Verdad descendiente como cualquier otro movimiento pensante que se forme – porque ellos son la causa de una mentalización que puede disminuir o distorsionar la autenticidad de la Verdad superior o separarlas en refracciones mentales. Cuando yo hablo de una mente quieta, quiero decir una mente en que esas interrupciones ya no están ahí. A medida que ellas se apaciguan uno puede sentir el aumento de la quietud y una claridad consecuente palpable, al igual que uno puede percibir la quietud y la claridad de una atmósfera física. Lo que describo como la brillantez – este es otro elemento – se resuelve o clarifica por el fenómeno de la Luz, que usualmente ocurre en la experiencia mística. Esa Luz no es una metáfora – como cuando Goethe pidió por más luz en sus últimos momentos – ella misma se representa como una iluminación muy positiva, viéndose y sintiéndose realmente, por un sentido interno. La brillantez de una mente quieta y clara es también una reflexión positiva de esta Luz, antes que la Luz misma se manifieste – y esta reflexión de la Luz es una condición muy necesaria para la capacidad de crecimiento de penetrabilidad de la Verdad que uno tiene que recibir y laborar. Yo he hecho énfasis en esta parte de lo expuesto porque ayuda a exponer la diferencia entre la percepción mental abstracta y la percepción mística concreta de las cosas suprafísicas que es la causa del mal entendimiento entre el buscador espiritual y el intelectual. Inclusive cuando ellos hablan el mismo lenguaje hay un orden diferente de percepción, ya que el lenguaje se refiere a los productos de dos diferentes grados de consciencia e inclusive en su acuerdo hay frecuentemente un cierto espacio (golfo) de diferencia.

 

Cartas sobre Yoga por Sri Aurobindo
Tomo I, Sección IV- La Razón, La Ciencia y El Yoga
Traducido por Hortensia De la Torre.

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