Los Sutras y las enseñanzas escritas son para el Dharma lo que el mapa es para los viajeros. Al empezar un viaje, generalmente es útil leer el mapa antes de salir.
Si tuviéramos alguna idea de adonde queremos ir, no necesitaríamos el mapa y lo guardaríamos en nuestro bolsillo y seguiríamos avanzando por un rato. Probablemente necesitaremos consultarlo más tarde. Probablemente no lo necesitaremos otra vez hasta que “estemos a medio camino de ahí”.
A lo mejor no lo necesitaremos después de mirarlo una vez, pero nos sentiremos seguros si verificamos que está en nuestro bolsillo, por si lo necesitamos.
¿Necesitamos tener un mapa para hacer un viaje? No.
Si te subes a un auto en Florida, Estados Unidos, y sigues viajando hacia el oeste, eventualmente llegarás a California. Todo lo que tienes que hacer luego es ir a la casa de tu amigo en la calle 5ª en San Francisco (por ejemplo). Asumimos, por supuesto, que no comenzaste el viaje en Miami y manejaste derecho al Golfo de México para llegar a Tampa en una hora después.
Uno puede adivinar el camino que debe seguir o de vez en cuando preguntar algunas direcciones a personas desconocidas. Eventualmente llegarás a California y después a San Francisco y después a la casa prevista en la calle 5ª, pero usualmente esta es la forma más larga de llegar a un destino. Por supuesto que esta forma también puede convertirse en una “aventura”.
¿Es incorrecto tomar esta “aventura”? No.
En el mejor de los casos, el camino sólo tomará más tiempo, más desvíos y más vueltas en u; y en el peor de los casos podrás encontrarte en un territorio muy poco placentero o muy peligroso.
Por otra parte, no es malo que las personas disfruten de leer mapas sólo por el placer de leer mapas. Los mapas pueden ser vistos como un trabajo artístico. Pueden ser bellos por dentro y por fuera. Los mapas también pueden ser una aventura iluminadora, llena de destellos repentinos de sabiduría, tal como la distancia real entre Houston y El Paso o cuán alta y dispareja es la montaña que tienen que atravesar los viajeros.
Si nuestro viaje fue placentero, probablemente colgaremos el mapa en la pared y lo miraremos de vez en cuando para recordar el viaje y las cosas que vimos durante el paseo. Probablemente le agregaremos nuestras propias notas y flechas apuntando a los hoteles de las pequeñas ciudades que visitamos. O lo rodearemos con fotografías de los hermosos paisajes y de los extraños y significativos paisajes de la carretera.
Sin embargo, al final, un mapa es sólo un mapa. No importa la decisión que tomamos, muy pocas personas pueden llegar a la casa de su amigo en la calle 5ª y gritar “¡Hurra! ¡He reproducido el mapa!”
El destino no es siempre lo más importante del viaje. El destino final del viaje, tampoco está en el mismo mapa. Desde luego el mapa es una herramienta útil para los que deseen navegar con menos giros en los virajes completos y las detenciones.
Este es el propósito de las Sutras y de la palabra escrita, ellas no terminan en sí mismas. En el Chan, si nuestra experiencia espiritual nos dice que debemos doblar a la izquierda cuando el mapa dice doblar a la derecha, tenemos que seguir a nuestra experiencia espiritual.
Estudiamos las Sutras como guía para embarcarnos en nuestras aventuras espirituales. Ellas nos proveen de fuerza en tiempos de dificultad, nos dan consuelo en tiempos de desesperación y nos motivan en tiempos de apatía. Eventualmente mientras estamos en nuestro viaje único, aprendemos a navegar en cualquier tipo de clima y circunstancias que se nos presenten, aprendemos de las experiencias difíciles en donde hay obstáculos y en donde debemos (o no) hacer desvíos para avanzar en el camino. Con las experiencias podremos trascender de los mapas y metafóricamente podremos “botarlo”, aunque igual reconoceremos el tremendo valor que tuvo al llevarnos donde queríamos llegar. Y cultivaremos una tremenda gratitud por las generaciones de hombres y mujeres sabios que han buscado preservar y difundir las enseñanzas del Dharma.
Según la experiencia del Maestro Lin Chi: “El que deja la casa debe estudiar el Camino. Yo mismo estaba interesado en el Vinaya y estudie diligentemente los Sutras y los Tratados. Después me di cuenta de que sólo eran drogas que servían para aliviar el dolor del mundo, y que solamente eran teorías relativas. De un solo golpe las boté y comencé a aprender el Camino, empecé con el entrenamiento Zen y conocí a grandes profesores. Sólo ahí mis ojos vieron claramente el comienzo del Camino y pude entender a todos los antiguos maestros y distinguir lo falso de lo verdadero. El hombre nacido de mujer no conoce esto naturalmente. Pero después de una larga y dolorosa práctica, una mañana uno lo comprende en su propio cuerpo”.
Considerar las grandes Sutras y los comentarios espirituales, disfrutar los sabores que puedes encontrar en un queso fino o en un delicado champiñón, y dejar que las palabras iluminadas de otros te auxilien, ayuda a que adquieras nuevas dimensiones de conciencia. Y pronto la experiencia de Lin Chi puede ser tuya, y un día te darás cuenta de que el mapa final eres tu mismo.