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La
Bienaventuranza Final.
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El
santo, Thayumanavar, no le gustaba la publicidad. Él escribió en silencio, vivió
en silencio y se precipitó en el Divino Silencio. Su misión se había
cumplido. El propósito de su encarnación había terminado. El rezaba
por un cuerpo fuerte sólo para la realización. Ahora estaba en unión
perfecta con el Divino, inmerso en Esa consciencia. El cuerpo estaba
muerto para él. Así que determinó descartarlo. Así entró en la habitación-Samadhī y cerro la puerta, dejando una nota afuera
que estaba escrita con las siguientes palabras:
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Queridos
amigos,
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Retiren
la mente de los sentidos
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Y
fíjenla en la meditación.
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Controlen
la corriente del pensamiento.
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Busquen
el centro del pensamiento y establézcanse allí ustedes mismos.
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Entonces
estarán conscientes del Yo Divino;
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Lo
verán danzar en éxtasis.
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Vivan
en esa delicia.
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Esa
Consciencia-Deliciosa es el Dios en ustedes.
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Él
está en cada corazón.
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No
necesitan ir a ninguna parte para encontrarLO.
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Encuentren
vuestro propio corazón y siéntanLO allí.
Confíen
en el Divino que está en ustedes.
Encomiéndense
a su Gracia.
Sean
como son.
Despídanse
de las impresiones pasadas.
Aquel
que vive desde su interior una existencia cosechando
Es
un verdadero Santo aunque pueda ser un jefe de familia.
Aquel
que permite que su mente vague con los sentidos
Es
un ignorante, aunque sea un aprendido.
Miren
como testigo, sin la carga del ver.
Miren
el mundo igual que ven un drama.
Miren
sin apego, miren en su interior.
Miren
la luz interior que no oscila
por las impresiones mentales.
Entonces,
inundaciones de éxtasis consciente
Llegarán
a vuestro interior y alrededor fluyendo copiosamente desde todas
direcciones.
Este
es el conocimiento supremo;