©¿Es este el fin del ser humano?

Por Henry Binerfa Castellanos.

 

 

- Dime Subhuti, ¿puedes medir el cielo oriental?
- No, Señor, no puedo.
- ¿Puedes medir el espacio que se extiende hacia el sur, el oeste, el norte, o hacia arriba o abajo?
- No, Señor, no puedo.
- Tampoco puedes medir los méritos de un Bodhisattva que ama, trabaja y da sin deseo o ambición. Los Bodhisattvas deberían prestar una atención particular a esta enseñanza.
 
Fragmento de 'El Sutra del Diamante'
(Vajracchedika Prajna Paramita)
 
 
 
Simbólicamente puede ser este el fin del ser humano, pues muere su Yo Inferior de una vez y para siempre, y en el Chan según las enseñanzas del Venerable Maestro Xu Yun, al llegar a la cúspide del poste de cien pies, no queda nada más que hacer que lanzarse de él:
 

“... No puede aferrarse al Chan. Ha descubierto lo que significa estar sin ego, pero ahora debe vivir los resultados de ese descubrimiento. Sus acciones no pueden ser premeditadas y artificiales. Y de este modo alcanza la espontaneidad y se hace uno con la realidad. No necesita luchar por más tiempo”.

Enseñanzas del Maestro Hsu Yun
 
 
En realidad es el fin como ser humano y el comienzo como un Bodhisattva, aquel que ha renunciado a su propia liberación por liberar al ultimo de los seres que sufren en la tierra[1].
 
Permítanme referirme a un pasaje del Udana donde sucedió así[2]:
 
“Daba, hijo de Malla, dijo un día a Buda:- Por fin ha sonado para mí la hora de adentrarme en el Nirvana.- Como gustes - responde el Buda.- entonces, como al contacto del fuego se derrite la manteca, de la misma manera Daba desapareció de la Tierra elevándose al cielo, y penetro en el Nirvana. Nada quedo aquí de sus huesos, nada de sus sandalias, ni de sus vestidos. Al notar la repentina desaparición, Buda emite este apotegma: No podemos averiguar adónde va el fuego luego de consumirse; tampoco podemos decir adónde van los santos que habiendo salvado las corrientes de sus apetitos, al fin han conseguido la indescriptible bienaventuranza de su perfecta emancipación”.
 
De este pasaje se puede llegar a la conclusión de que si bien el fuego y el santo van hacia donde se ignora, no son aniquilados. No es ese su fin más bien podríamos decir que ya no existe en la forma de existencia en que solíamos conocerle, para pasar a otra forma superior de existencia permaneciendo en aquel cuerpo glorioso que ha tejido para sí mismo, invisible para la humanidad no iniciada, para velar por ella y protegerla.
 

[1] En este caso me refiero a los Budas Manuchi (terrestres).
[2] Refiriéndome en este caso al nirvana obtenido después de la muerte.