El Espíritu Indomable Del Artista Marcial
 
©Por Henry Binerfa Castellanos (Yin Ming Shakya)
Cinturón Negro - 3er Dan
Director Técnico Provincial del Kaisen-Do en Camagüey, Cuba
 
 
Si algo ha sido característico y análogo en la vida de los artistas marciales se puede decir que es la fuerte determinación y la recia voluntad para seguir adelante en contra de los más fuertes vientos, este fuerte espíritu indomable fue el que les permitió alcanzar resultados tan positivos como fueron los obtenidos por los grandes maestros.
 
Les ofrezco, mediante estos párrafos, pasajes de la vida de los más famosos personajes del medio de las artes marciales, todos ellos prototipos dignos a seguir por todos.
 
 
 
O Sensei Morihei Ueshiba
 
O Sensei nace el 14 de diciembre de 1883, en la pequeña ciudad de Tanabe, muy cerca de Osaka. Tras una intensa labor en la practica de las artes marciales específicamente Jujitsu y Ken Jutsu, se enlisto en el ejercito durante la Guerra Ruso-Japonesa pero fue rechazado ya que no tenía la altura mínima necesaria (media poco mas de 5 pies). Quedo tan frustrado que inmediatamente se fue al bosque a golpear los árboles intentando desesperadamente de estirar su cuerpo, en su segundo intento para enrolarse paso el examen y entro a la infantería en 1903. Después de la muerte de su padre jura ante su tumba encontrar el secreto verdadero de las artes marciales y se dedica en cuerpo y alma ha lograrlo Entrenaba con sus alumnos mas avanzados en la oscuridad de la noche durante horas, a pesar de su avanzada edad mas, de 80 años. Durante la apertura de un Dojo en Hawai, realizo una demostración contra varios marines de los USA que no pudieron ni siquiera tocarlo.
 
Tenía 86 años cuando murió y dejo un velo de historias que son tan asombrosas como lo era su habilidad en el Aikido. De acuerdo a muchos testigos, él era capaz de realizar increíbles proezas de aiki, como él llamaba a menudo a su arte, justo hasta el día en que murió. Algunos, de hecho, creían en que los últimos años de vida del Maestro fueron sus años más grandes con el Aikido. “Su Aikido en vez de degenerarse con la edad, se hizo mejor”, dice Steven Seagal, que entrenó en los cuarteles generales de Aikido después de la muerte de Ueshiba y manejó una gran escuela en Japón. “Sus últimos dos años, en mi opinión, fueron sus mejores, sus más poderosos. Nadie podía hacer Aikido de esa forma”. Nadie, claro está, excepto Ueshiba, quien firmemente creía que su poder venía de los dioses. El nunca admitió la existencia del ki (energía interna), dice Seagal, pero él a menudo lo demostraba. “Él podía sostener una gran espada o un bo(bastón de madera) a un lado y le decía a tres o cuatro de sus más fuertes cinturones negros que lo empujaran. Ellos no podían ni moverlo. Y luego él los proyectaba para abajo-era la cosa más impresionante del mundo”.
 
 
 
Shiro Saigo
 
Corrían los tiempos del año de 1882 en un Japón muy diferente al que se conoce hoy en día, era el periodo donde los practicantes de Jiu-Jitsu pensaban que las enseñanzas de Jigoro Kano no servían para formar buenos luchadores y como no contestaban los desafíos que le hacían, los de la academia de Jiu Jitsu de la policía Japonesa decidieron ir a su propia escuela y derrotarlos con el propósito de ridiculizarlos y demostrar la superioridad del Jiu-Jitsu sobre el reciente creado Judo.  Esta tarea estuvo en manos del mejor de los jujitsoka: Sakugiro Yokoyama, un gigante, con fuerza física excepcional. Lo llamaban "Oni" que significa Demonio.  Cuando llegó al Kodokan, el creador del Judo lo recibió con todos los honores y aceptó el reto de Yokoyama, y designó para enfrentarlo al más pequeño de sus alumnos el octavo miembro del Kodokan: Shiro Saigo. El pequeño judoka era superado en altura por casi 20 centímetros y en peso por más de 20 kilogramos. Para el retador el combate parecía muy fácil y avanzó hacia el centro del dojo burlonamente.    Impasible, Saigo lo aferró de un brazo y le aplicó un Yama-arashi y lo arrojó al piso. Yokoyama se levantó sorprendido y tomó a Saigo de los brazos para aplicarle una palanca, el pequeño discípulo de Kano lo barrió con los pies, desequilibrándolo y lo tiró por encima de sus hombros,  en varias ocasiones ocurrió lo mismo, En esa época los combates duraban hasta que uno de los luchadores se declarara vencido diciendo maitá ("me rindo"). Yokoyama tardó media hora en decidirse a pronunciar aquella palabra. En ese tiempo recibió la más terrible paliza que jamás pensó recibir.  Finalmente, comprendió que el Judo poseía más que lo que él había aprendido y pidió ser aceptado en el Kodokan. 
 
Un libro de la época relata como era admirado en su tiempo y considerado símbolo de lo invencible..." él era el ídolo de los jóvenes, que lo admiraban sin reserva.  En la calle cuando jugaban, inflaban su pecho y decían -yo soy Shiro Saigo de la Kodokan. - y se creían dioses "
 
Shiro Saigo nació el 4 de Febrero de 1866 y murió el 23 de noviembre de 1922. En su ciudad natal, Aisu, le han erigido una estatua en la plaza principal.
 
Jigoro Kano
 
Junto con Jigoro Kano en la sala de entrenamiento de Likubo había un mocetón llamado Kenkichi Fukushima, el mismo pesaba unas 208 libras contra las míseras 99 libras de Kano. Aunque Kano nunca tuvo la idea de derrotar a Fukushima, ante que todo él lo único que deseaba era proyectarlo. Kano comenzó a centrar su estudio y entrenamiento en aquella idea y comenzó a estudiar Sumo y libros extranjeros sobre entrenamientos físicos, hasta que en un día se sintió con la capacidad de poder hacerlo. Increíblemente levanto a Fukushima hasta los hombros y lo zarandeo como quiso. Había nacido una nueva técnica el Kata guruma. El traje que se usaba en aquel momento era de mangas cortas que dejaban a los codos descubiertos y los pantalones dejaban afuera la rotula. Todos los días ante las duras secciones de entrenamiento, Kano se arañaba y lastimaba su cuerpo hasta que era una masa sanguinolenta, esto llego a tal punto que todos en la Universidad le llegaron a llamar el “Hechicero"
 
 
 
 
Gichin Funakoshi
 
El Maestro Gichin Funakoshi le había dado el adiós a su familia y amigos en Okinawa y embarco en un barco que le llevaba al Japón, en realidad estaba viendo su casa por última vez. Después de cierto periodo en Japón siendo un desconocido, en una ciudad desconocida, y enseñando un arte desconocida como era el Karate en ese tiempo. Debido a la fama y reputación que Funakoshi fue capaz de imprimirle al Arte, muchos hombres trajeron sus sistemas a Japón: Kenwa Mabuni el Shito Ryu, Chojun Miyagi el Goju Ryu. Sólo Funakoshi fue el que no puso nombre a nada, e incluso se dice que estuvo a punto de desaparecer. Fueron sus discípulos quienes nombraron su estilo de Karate le llaman el "Shoto", nombre con el que Funakoshi firmaba sus poemas. Así pues, le llamaron Shotokan, es decir, el Dojo o lugar de entrenamiento de Shoto. La guerra llegó al Japón y el Karate tuvo un gran paro en su expansión, al poco tiempo, uno de sus mejores alumnos, Takeshi Shimoda, murió, y poco tiempo más tarde muere su hijo Yoshitaka, de tuberculosis. Aquello fue un golpe muy duro para el Maestro, pues era su ayudante y en quién había depositado todas sus esperanzas como sucesor suyo. Tan abatido estaba que decide volver a su pueblo natal con su hijo mayor. Pero aquella no sería la única desgracia que sufriría. En ese mismo año, tras un bombardeo, quedó destruido el Dojo Shotokan. En 1947 fallece su mujer, deprimiéndose aún más y es entonces cuando toma la determinación de volver y reconstruir el Dojo, ayudado por tres factores fundamentales que le permitieron salir adelante, el primero la ayuda solidaria de  aquellos alumnos que no habían fallecido en la guerra, las palabras del querido maestro Jigoro Kano creador del Judo al finalizar de una demostración de Karate de Funakoshi las cuales siempre estuvieron latentes en su pensamiento para seguir adelante divulgar el Karate de Okinawa y le decidieron a renunciar a su retomo a Okinawa: "Pienso que el Karate es un Arte Marcial honroso. Si lo quiere difundir en Japón, cuente con cualquier tipo de ayuda. Dígame que puedo hacer por usted". Y por ultimo su fuerte determinación ha seguir adelante sin mirar atrás ni detenerse con más de cincuenta años logro su propósito de expandir el karate de Okinawa por todo el Japón y posteriormente por el resto del mundo. El maestro Funakoshi fue, es y será un ideal de fuerza, voluntad y humildad a seguir por todos.
 
 
 
 
Masutatsu Oyama
 
Yong I-Choi nació el 27 de Julio de 1923, en una  villa  no  muy  lejana  de  Gunsan  en Sur Corea. En 1938, a la edad de 15 años, viaja a Japón para prepararse como aviador. Debido a que es un coreano en tierras japonesas se le dificulta esta meta, así que deja el entrenamiento de aviador a un lado. Se instala en la jefatura de Chiba continuando sus estudios de artes marciales se percata que no tendrá avance al menos que se registrará en una academia reconocida por Japón. Una familia de apellido Oyama muy amiga del padre, lo recibe en su casa, y comparte con él valores y principios de la familia japonesa, los cuales forman parte de su esencia. Dándose cuenta el de que siendo coreano y de que Japón sería la cuna de formación en la vida decide adoptar el nombre de Masutatsu Oyama.
 
Unos años después, en 1947, Mas Oyama ganó la sección de Karate del primer Campeonato Nacional Japonés de Artes Marciales después de la segunda guerra mundial. Sin embargo, todavía se sentía vació. Decidió entonces dedicar su vida completamente al Karate-do. Así que empezó de nuevo, esta vez en la montaña Kiyozumi, en la prefectura de Chiba. Él seleccionó este sitio por su ambiente de alta espiritualidad. Esta vez su entrenamiento fue fanático - 12 horas al día, siete días a la semana - parándose entre caídas de agua heladas, rompiendo piedras de río con sus manos, usando árboles como makiwara, haciendo paradas de manos con los nudillos. Etc. Cada día incluía un período de estudio de los clásicos antiguos de las artes marciales, Zen y filosofía. Después de 18 meses bajó completamente satisfecho. Dando comienzo a una nueva técnica en Karate, a la cual los japoneses llamaban "El Karate de Oyama". En 1950, Sosai (El fundador) Mas Oyama comenzó a complacer peticiones de sus peleas con toros. En total, él peleó contra 52 toros, 3 de los cuales fueron muertos instantáneamente, y 49 les arrancó los cachos con un golpe de su mano abierta. No todos fueron sencillos, en México un animal lo logró cornear en la espalda, Oyama pudo sin embargo arrancarle los cachos al animal, pero luego tuvo que estar 6 meses en recuperación por el trágico accidente. En 1952, viajó a los Estados Unidos por un año, demostrando su vida por el Karate en vivo y  en televisión. Durante los años siguientes, tomó todos los desafíos que le plantearon, resultando 270 peleas con diferentes personas. La gran mayoría de estos fueron derrotados solo con un golpe. Una pelea no dura más de 3 minutos, y la mayoría no más de unos segundos. El principio de su combate fue muy simple - si te alcanzaba, eso era todo. Si te pegaba, te fracturaba. Si lograbas colocar una defensa, tu brazo se fracturaba o se dislocaba. Si no te quebraba las costillas. Llegó a ser conocido como "Mano de Dios", una viva manifestación de la máxima de los guerreros japoneses Ichi geki, Hissatsu o "Un golpe, muerte certera". Para el no era más que el verdadero enfoque o mira de la técnica en Karate. Los trabajos de pie bonitos y las técnicas intrincadas eran secundarios (aunque fue también conocido por el poder de sus patadas a la cabeza).
 
Estas demostraciones, peleas y presentaciones eran exigencias de la época.  Una época que mediante Oyama las personas comprendieron la eficacia de la técnica y el espíritu del Budo, se puede decir que nos dejo un legado que apunta hacia la cumbre de la verdad, que en japonés es Kyokushin.
 
 
 
Gogen Yamaguchi
 
Gogen Yamaguchi, descendiente de una familia de samuráis, nació el 20 de enero de 1909 en la ciudad de Kagoshima, Japón.
 
Era el año de 1939 y ya los vientos que presagiaban contienda se dejaban sentir en todas las naciones. Era que la terrible Segunda Guerra Mundial se aproximaba. El gobierno japonés preguntó entonces a Gogen Yamaguchi si estaría dispuesto a viajar a Manchuria para realizar una delicada misión de espionaje. Este acepó y así, dejando su Dojo, viajó a esa región.
 
Se relata que allá fue capturado por los chinos hostiles al Japón y, en calidad de prisionero político, internado en una prisión. Aunque sus captores no tenían idea exacta de quién era él, percibían que se trataba de alguien diferente y le temían. Muchos de los prisioneros que allá estaban, debido al maltrato y a la mala alimentación, tenían la moral hecha polvo y pasaban los días sumidos en honda depresión. No así Yamaguchi. Sin que parecieran importarle las miserables condiciones que lo rodeaban, en la soledad de su celda practicaba todos los días Karate y se mantenía saludable. No hablaba con nadie y a menudo los carceleros lo veían sentado en el piso de su celda, con las piernas cruzadas, sumido en meditación profunda. Aquellos, confundidos, comenzaron a vocear la versión de que era un mago. Por fin los directores de la prisión averiguaron que era un maestro de karate y dieron órdenes de que a cualquier precio su ánimo fuera quebrantado. De esa manera demostrarían que la fuerza y el control de sí mismos de los maestros japoneses de Karate eran sólo un mito. El Sensei fue aislado en una celda totalmente oscura. Su minúscula ración diaria de comida fue reducida aún más, al mínimo para que únicamente sobreviviera. Además, se le aplicó tormento; pero el maestro, sumido en trance obtenido por medio de sus técnicas de meditación y respiración, se aislaba del dolor y el hambre, dejando perplejos a sus verdugos y llenándolos de asombro, admiración y miedo. Por último, los encargados decidieron terminar con él de una forma singular: luego de muchas dificultades lograron capturar a un gran tigre de Bengala, lo metieron en una jaula y lo dejaron tres días sin comer. El plan era encerrar a Yamaguchi con el felino para que éste lo despedazara. Razonaron que en caso de que recurriera a sus prácticas de concentración y meditación para no sentir miedo, la bestia se lo comería mientras se encontraba en trance y ellos podrían decir y publicar que fue solamente un cobarde que se negó a morir peleando, lo que para él, karateka y descendiente de samuráis, constituiría una gran vergüenza. El día señalado llego, tanto los jefes como los guardias de la prisión se congregaron para presenciar el espectáculo. Se hizo venir también a los cautivos para que vieran cómo "el mago japonés" perecía despedazado y eso serviría de escarmiento y advertencia para cualquiera de ellos que osara desafiar a las autoridades de la cárcel. Cuando arrojaron a Yamaguchi a la jaula y cerraron tras de él la puerta, se transformó. Lanzando un grito de combate que metió pavor en los corazones de todos los espectadores, fue él quien se lanzó sobre el tigre y le pateó la nariz, confundiéndolo; luego, antes de que el animal pudiera recobrarse de la sorpresa, estrelló con gran fuerza su codo contra su oreja. Entonces, con la velocidad del rayo se colocó detrás de él, pasó su antebrazo derecho alrededor de su tráquea y, enlazando sus dos manos, comenzó a estrangularlo. Tensando cada músculo de su cuerpo, lanzó en el oído del gran felino otro espeluznante grito. Con todo el poder de su voluntad y fuerza física siguió apretando su agarre. Antes de veinte segundos el tigre murió por asfixia y se desplomó a los pies del maestro.
 
Todos los presentes quedaron aterrorizados, pensando que aquel karateka no era humano, sino la encarnación del mismísimo diablo.
 
Cuando por fin aquel "demonio" fue liberado, todos en el campo de concentración se sintieron aliviados de ya no tener cerca a un hombre semejante.
 
Durante muchos años, hasta el final de su vida, un grupo de ex-prisioneros que sufrieron con Yamaguchi las penurias de la cárcel en Manchuria, se reunía cada año con él para compartir una sencilla comida de pan negro y agua simple, acordándose de que ése fue su único alimento en la cárcel durante veinticuatro meses, rememorando el pasado, apreciando su presente como hombres libres y dando gracias a sus dioses del Shinto por un futuro promisorio.
 
Nota: Algunos historiadores de Sensei Yamaguchi no creen en la historia del tigre de Manchuria y otros si piensan y afirman que sucedió, realmente la historia parece confusa y un poco perdida en la leyenda. Pero en lo que sí puede haber completa seguridad es en el carácter inquebrantable del mítico Gogen Yamaguchi “El Gato”.
 
 
 
General Choi, Hong Hi
 
Hoy en día el Taekwondo es, sin duda, uno los sistemas de origen marcial más populares que existen en el mundo entero, cuya práctica y difusión involucra a millones de personas; sin embargo lograr este impacto, este grado de difusión no fue tarea fácil. Hombre clave en la gestación del Taekwondo, fue la recia figura del legendario General Choi, Hong Hi, de quien tomo un fragmento de la entrevista realizada por el reconocido maestro e historiador, Dr. He Young Kimm. Se trata, evidentemente, de un documento de gran valor para los anales del Arte Marcial a escala mundial. Disfruten pues, de su lectura y de las contundentes, y a veces polémicas, declaraciones del hombre que puso nombre al Taekwondo...
 
(Fragmento)
 
Dr. Kimm: General Choi, ésta es una pregunta difícil y muy personal, ¿cuál fue la razón de su exilio de Corea?
 
General Choi: El poder del General Park, Chung Hee en Corea se solidificó después de su elección para un segundo término como Presidente. El clima político en Corea me hacía pensar que si me quedaba y no apoyaba sus políticas, podía yo quedar bajo arresto domiciliario o bien enviado a prisión. Había visto lo que le hacía a sus rivales políticos. Bajo esas circunstancias, no iba a tener libertad para promover el Taekwon-Do o dirigir la Federación Internacional de Taekwon-Do y el Taekwon-Do era mi vida.
 
Después de la elección, el Presidente Park envió a Kim, Un Yong, el diputado director de la Fuerza Presidencial de Protección para tomar control de la Asociación Coreana de Taekwon-Do. Poco después, la Asociación Coreana de Taekwon-Do empezó a interferir con los asuntos de la Federación Internacional de Taekwon-Do.
 
En Agosto de 1971, presidí una reunión del Comité en Funciones de la Federación Internacional de Taekwon-Do. En aquella junta señalé, "Queridos miembros, el Presidente de la Federación Internacional de Taekwon-Do es un Coreano, pero esto no significa que la ITF deba ser controlada o dirigida por el gobierno coreano. Es una organización internacional que no permite influencias de ningún país en nuestras decisiones mediante una presión indebida."
 
Después de esto, comencé mis planes para abandonar Corea en secreto.
 
Dr. Kimm: ¿Qué tipo de dificultades ha tenido que enfrentar después de 25 años en el exilio?
 
General Choi: Nadie tiene idea de cuán solitaria es la vida de un exiliado. No tengo dinero ni el tipo de amigos con quien se puede reír y bromear, pero no me arrepiento de mi decisión de abandonar Corea, porque he tenido la oportunidad de difundir el Taekwon-Do por el mundo entero. He enseñado Taekwon-Do sin distinción de raza, religión, nacionalidad o ideología. Respecto a eso he sido el hombre más feliz en el mundo y estoy orgulloso de haber dejado mi huella en la vida. Difundir el Taekwon-Do por todo el mundo constituye todo un reto. Viajo constantemente impartiendo seminarios, dirigiendo demostraciones y presidiendo campeonatos. Esto lo he hecho sin importarme las amenazas a mi vida por parte de los Oficiales de la Central Coreana de Inteligencia y del personal diplomático de Corea. Agentes del gobierno coreano le han dicho a los oficiales del aeropuerto que yo soy cabeza de una organización terrorista que intenta asesinar al presidente de Corea y que se me debería impedir el ingreso al país. Han presionado a los dueños de gimnasios para que se me nieguen las facilidades para impartir seminarios. Esto ha sucedido muchas veces, por lo que he tenido que impartir mis seminarios en parques públicos. En muchas ocasiones han enviado a antiguos estudiantes para que traten de secuestrarme y han tratado de matarme asesinos armados. Los oficiales de la inteligencia coreana han amenazado a los parientes de instructores de ITF que enseñan en otros países si continúan asociándose conmigo. Estos agentes también le han dicho a los instructores expatriados de ITF que sus pasaportes no serán renovados si continúan su contacto conmigo. Así es que, con el paso del tiempo, la mayoría de mis instructores foráneos me han abandonado.
 
Pero la presión que he recibido del gobierno coreano me ha hecho más fuerte que nunca y pongo toda mi energía en desarrollar nuevas técnicas de Taekwon-Do. Enseño el mismo sistema de Taekwon-Do en cualquier parte del mundo.
 
Después de contemplar estos pequeños pasajes de la vida, donde estos distinguidos maestros fueron protagonistas de las más increíbles hazañas podemos detectar la influencia del espíritu del Bushido:
 
1. Gi: la decisión justa en la ecuanimidad, actitud justa, la verdad. Cuando debemos morir, debemos morir.
2. Yu: la bravura teñida de heroísmo.
3. Jin: el amor universal, la benevolencia hacia la humanidad.
4. Rei: el comportamiento justo, que es un punto fundamental.
5. Makoto: la sinceridad total.
6. Melyo: el honor y la gloria.
7. Chugi: la devoción, la lealtad.
 
Estos son los siete principios del espíritu Bushido, Bu: artes marciales; Shi: guerrero; Do: la Vía. Todos ellos tuvieron una recta disciplina cumpliendo y respetando el código del camino del guerrero. Mediante el máximo ejemplo los maestros nos trasmitieron las enseñanzas, por lo tanto lo mínimo que podemos hacer, nosotros los que estamos en el camino, es elevar el nombre de las artes marciales sin apartarnos nunca del Budo y por ningún motivo manchar la moral de estas, y transitar junto aquellos, que ya suman muchos, en el sendero del perfeccionamiento espiritual mediante el arte marcial, sea esta cual sea, el nombre es lo que menos importa. Que la unión se haga posible y que la luz de los maestros les alumbre por siempre el camino. Suerte caminantes.
 
 
 
Henry Binerfa Castellanos (Yin Ming Shakya)
©Derecho de autor: Henry Binerfa Castellanos – Camagüey, Cuba. Año 2003
 
 
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