- Cuento
      Zen que nuestra Amiga y Estudiante, Soledad Cumbreras - Zhèng gĕng,  nos
      ha enviado desde Lima, Perú
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 La
    estatua del Buda de barro alcanzaba casi tres metros de altura. Durante
    generaciones había sido considerada sagrada por los habitantes del lugar.
    Un día, debido al crecimiento de la ciudad, decidieron trasladarla a un
    sitio más apropiado. Esta delicada tarea le fue encomendada a un reconocido
    monje, quien, después de planificar detenidamente, comenzó su misión. Fue
    tan mala su fortuna que, al mover la estatua, ésta se deslizó y cayó,
    agrietándose en varias partes. La
    estatua del Buda de barro alcanzaba casi tres metros de altura. Durante
    generaciones había sido considerada sagrada por los habitantes del lugar.
    Un día, debido al crecimiento de la ciudad, decidieron trasladarla a un
    sitio más apropiado. Esta delicada tarea le fue encomendada a un reconocido
    monje, quien, después de planificar detenidamente, comenzó su misión. Fue
    tan mala su fortuna que, al mover la estatua, ésta se deslizó y cayó,
    agrietándose en varias partes.
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- Compungidos,
    el monje y su equipo decidieron pasar la noche meditando sobre las
    alternativas. Fueron unas horas largas, oscuras y lluviosas. El monje, en
    vez de desesperarse, se enfocó en encontrar una salida. De repente, al
    observar la escultura resquebrajada, cayó en cuenta que la luz de su vela
    se reflejaba a través de las grietas de la estatua. Pensó que eran las
    gotas de lluvia. Se acercó a la grieta y observó que detrás del barro había
    algo, pero no estaba seguro qué. Lo consultó con sus colegas y decidió
    tomar un riesgo que parecía una locura:
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- Pidió
    un martillo y comenzó a romper el barro, descubriendo que debajo se escondía
    un Buda de oro sólido de casi tres metros de altura. Durante siglos este
    hermoso tesoro había sido cubierto por el ordinario barro. Los
    historiadores hallaron pruebas que demostraban que, en una época, el pueblo
    iba a ser atacado por bandidos.
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- Los
    pobladores, para proteger su tesoro, lo cubrieron con barro para que
    pareciera común y ordinario. El pueblo fue atacado y saqueado, pero el Buda
    fue ignorado por los bandidos. Después, los sobrevivientes pensaron que era
    mejor seguir ocultándolo detrás del barro. Con el tiempo, la gente comenzó
    a pensar que el Buda de Oro era una leyenda o un invento de los viejos.
    Hasta que, finalmente, todos olvidaron el verdadero tesoro porque pensaron
    que algo tan hermoso no podía ser cierto.
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- Pero,
    nuestros tesoros son nuestra capacidad de dar, disfrutar, agradecer, reír;
    de perdonar, de soñar en grande, de pasar por encima de las pequeñeces y
    de valorar en uno mismo y en otros lo que verdaderamente es importante.
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- Arriésgate
    a ver tu vida a través del barro y te darás cuenta de que eres un tesoro
    rodeado de riquezas. ¡Descubre tu Buda Interno!
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- Lunes 25 de agosto de 2003
    
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