Lo Relativo y lo Absoluto
Relatos de la Vida Diaria

Rev. Yin Zhi Shakya

Por la Rev. Yin Zhi Shakya, OHY
Corrector: Zhèng chún (Fernando Valencia)

Relato #12La Resolución Óptima - Foto por Yin Zhi Shakya

La Resolución Óptima

Todos nosotros en alguna ocasión hemos hecho resoluciones. De todo tipo, de adelgazar, de aprender a guiar un automóvil, de 'nunca más tropezar con la misma piedra', de nunca más tomarse un trago, en fin, enmendar una conducta que sabemos nos es perjudicial; porque las resoluciones son siempre para mejorar y poder reestablecer algo profanado o a alguien mancillado. Tenemos resoluciones de 'Fin de Año' y 'Año Nuevo', [que hasta tienen una frase en particular: Año Nuevo, Vida Nueva], de 'Cumpleaños', y de muchas otras cosas más, que incluso llegamos a escribirlas creyendo que así les imprimimos más seriedad. Pero, aunque todas o la mayoría de estas resoluciones son relativamente positivas y llenas de buenas intenciones, nunca nos preguntamos si hay un compendio que las reuna todas y nos facilite encontrar la que más necesitamos, o mejor aún, si existe una la 'Resolución Optima' que solucionaría todos nuestros problemas.

Pues bien, antes de hablarles de lo que he denominado 'La Resolución Optima', quiero primero compartirles la siguiente historia que he traducido del "Evangelio de Buda - Su Vida y Sus Enseñanzas". Editado por Paul Carus.


La Renunciación del Bodhisattva

Era de noche. El príncipe no encontraba descanso sobre sus suaves cojines; se levantó y salió al jardín.

- ¡Ay! - sollozó, - el mundo entero está lleno de oscuridad e ignorancia; no hay nadie que conozca cómo curar las enfermedades de la existencia. - Y gimió de dolor.

Sidarta se sentó bajo el gran árbol de Jambu (Bo) y se entregó a pensar, reflexionando sobre la vida y la muerte y las perversidades de la decadencia. Concentrando su mente llegó a liberarse de la confusión. Todos los deseos bajos e inferiores desaparecieron de su corazón y se llenó de la perfecta tranquilidad.

En este estado de éxtasis vio con su ojo mental toda la miseria y sufrimiento del mundo; vio los dolores, los placeres y la certeza inevitable de la muerte que ronda sobre cada ser; sin embargo, a pesar de esto, los hombres no se despiertan a la verdad. Y una compasión profunda se aferró a su corazón.

Mientras que el príncipe estaba reflexionando sobre el problema de la maldad, contempló con el ojo de su mente, bajo el árbol Jambu, una figura sublime dotada de majestuosidad, calma y dignidad. - ¿De dónde has venido y quién puedes ser? - Preguntó el príncipe.

En respuesta, la visión dijo - Soy un samana. Perturbado con el pensamiento de la vejez, la enfermedad y la muerte, abandoné mi casa en busca del camino de la salvación. Todas las cosas se precipitan a la decadencia; sólo la verdad vive para siempre. Todo cambia y no hay permanencia; sin embargo las palabras del Buda son inmutables. Anhelo la felicidad que no declina; el tesoro que nunca perece; la vida que no conoce principio ni final. Por lo tanto, he destruido todos los pensamientos mundanos. Me he retirado a una cañada apartada para vivir en soledad; y mendigando por comida, me dedico a la única cosa que es verdaderamente necesaria.

Sidarta preguntó - '¿Puede la paz ser lograda en este mundo agitado? Estoy unido al vacío del placer y me he llegado a repugnar con la codicia. Todos esto me oprime y la existencia misma me parece intolerable.'

El samana respondió - 'Donde encontramos calor, también está presente la posibilidad de refrescarnos; las criaturas sujetas al dolor poseen la facultad del placer; el origen de la maldad indica que la bondad puede ser desarrollada. Porque estos atributos son correlativos. Por lo tanto, donde hay mucho sufrimiento, habrá mucha bienaventuranza, solo tienes que abrir los ojos para verla. Al igual que un hombre que ha caído en un montón de basura por buscar el gran estanque recubierto de lotos: así debes buscar el gran lago de la inmortalidad del Nirvana para poder lavar las corrupciones del error. Si no buscamos el lago, no es por culpa del lago. Así, cuando hay un camino consagrado que guía al hombre hacia la salvación del Nirvana, que puede blandir el error rápidamente, si este camino no se camina, no es por culpa del camino, sino por equivocación de la persona. Y cuando un hombre que se encuentra oprimido con la enfermedad, existiendo un doctor que lo pueda sanar, no aprovecha su ayuda, no es por culpa del doctor. De la misma manera, cuando un hombre oprimido por la enfermedad de 'hacer el mal' no busca la guía espiritual de la iluminación, no es precisamente por culpa de la maldad destructora por la cual se está dejando guiar.'

El príncipe escuchó las nobles palabras de su visitante y dijo - 'Me has traído buenas noticias, porque ahora sé que lograré mi propósito. Mi padre me aconseja que disfrute la vida y que me haga cargo de los deberes mundanos, tales como conquistar el honor para mi hogar y para mí. Me dice que estoy muy joven todavía, que mi pulso late muy rápido para llevar una vida religiosa.'

La venerable figura movió su cabeza y replicó - 'Deberías saber que para buscar una vida religiosa, ningún momento puede ser inoportuno.'

Un gozo estremecedor recorrió el corazón de Sidarta. - Ahora es el momento para buscar la religión - dijo; es el momento de cortar todas las ataduras que me impiden que alcance la iluminación perfecta; es el momento de vagar sin casa de ninguna clase y llevar una vida de mendigante y encontrar el camino a la liberación.

El mensajero celestial escuchó la resolución de Sidarta aprobándola. - Definitivamente ahora - agregó - es el momento de buscar la religión. Ve, Sidarta, y logra este propósito. Porque tú eres el Bodhisattva, el Buda elegido; estás destinado a iluminar al mundo. Eres el Tathagata, el gran maestro, porque lograrás la rectitud y serás el Dharmaraja, el rey de la verdad. Eres el Bhagavat, el Bendecido, porque estás llamado a llegar a ser el salvador y él que redime al mundo. Logra ahora la perfección de la verdad. Aunque el rayo centelleante caiga sobre tu cabeza, no cedas nunca a las seducciones que engañan a los hombres del camino de la verdad. Como el sol en todas las estaciones sigue su propio curso y nunca cambia a otro, así, si no abandonas el camino de la rectitud, llegarás a ser un Buda. Persevera en tu búsqueda y encontrarás lo que indagas. Persigue tu meta firmemente y ganarás el premio. Lucha con sinceridad y conquistarás. Las bendiciones de todas las deidades, de todos los santos y de todo él que busca la luz te cubren, y la sabiduría celestial guía tus pasos. Serás el Buda, nuestro Maestro, nuestro Señor; iluminarás al mundo y salvarás a la humanidad de la perdición.

Habiendo dicho esto, la visión se desvaneció y el corazón de Sidarta se inundó de paz. Entonces se dijo a sí mismo - He despertado a la verdad y estoy resuelto a lograr mi propósito. Romperé todos los lazos que me unen al mundo y me iré del hogar en busca del camino de la salvación. Los Budas son seres que sus palabras no pueden fracasar: no hay una evasión de la verdad en sus palabras. Igual que una piedra que se arroja al aire vuelve a caer, y un mortal tiene que morir, y el sol sale solamente con la aurora, y el león ruge cuando deja su guarida, de igual manera que la mujer es la que da a luz un hijo, y como todas aquellas cosas que son ciertas, así la palabra de los Budas es segura y no puede fracasar. Verdaderamente llegaré a ser un Buda.

El príncipe regresó a la habitación de su esposa a despedirse de aquellos objetos que eran sus tesoros más grande en la tierra. Deseó tomar en sus brazos al bebé una vez más y darle un beso de adiós. Pero el niño estaba acostado en los brazos de su madre y el príncipe no podía levantarlo sin despertar a ambos. Allí, de pie, Sidarta observó a su bella esposa y su querido hijo, y su corazón se apesadumbró. El dolor de partir lo subyugó poderosamente. Aunque su mente estaba determinada, de forma que nada, bueno o malo, podía hacerlo vacilar de su decisión, las lágrimas fluyeron libremente de sus ojos, y estuvo más allá de su poderlas contener. Pero el príncipe se despojó a sí mismo del corazón de hombre, suprimiendo sus sentimientos sin extinguir su memoria.

El Bodhisattva se montó en su noble alazán Kanthaka y al dejar el palacio, Mara lo paró en el portón y le dijo - No te marches, ¡Oh mi Señor! De ahora a siete días la rueda del imperio aparecerá y hará de ti el soberano sobre los cuatro continentes y las dos mil islas adyacentes. Por lo tanto, mi Señor, quédate.

El Bodhisattva replicó - Bien, sé que la rueda del imperio se me aparecerá; pero eso que deseo no es ser soberano. Llegaré a ser un Buda y haré que el mundo clame de felicidad.

Así que Sidarta, el príncipe, renunció al poder y a los placeres mundanos, declinó su reinado, rompió todas las ataduras y se fue a llevar una vida de mendigante. Cabalgó hacia la noche silenciosa acompañado solamente por Channa, su leal y fiel cochero de cuadriga.

La oscuridad cubrió la tierra, pero las estrellas brillaron resplandecientes en los cielos.


Como pueden apreciar, hacer resoluciones no es fácil. ¡En absoluto! Asuntos del día a día, hacer dieta para adelgazar, aprender algo que nos se nos dificulta, cambiar de actitud con determinada persona, casarnos, o incluso tener hijos y ayudarlos a crecer, no es fácil. Cuesta trabajo, pero una vez que se toma la decisión y se inicia el proceso, empezamos a ver los resultados, aunque sea poco a poco, y sentimos una alegría inmensa cuando podemos vencer ese determinado obstáculo que nos llevó a tomar tan firme resolución.

Bueno, todas estas resoluciones que hemos mencionado son loables, pero aun así adelgazando o engordando, aprendiendo a guiar, mejorando nuestras relaciones sociales, casándonos, o teniendo hijos, tenemos que morir, porque 'todo lo que nace, muere', 'todo lo que comienza, termina' y 'todo lo que aumenta, disminuye', 'Es la ley'. Todo en el samsara, o si se quiere, el mundo de la 'verdad relativa', es impermanente, perecedero, transitorio y efímero.

¿Entonces, por qué no buscamos una resolución que nos conduzca a la perfecta felicidad, a la permanencia, a la Iluminación Brillante e Insuperable como lo hizo el Honorable del Mundo, el Señor Buda en la historia que acabamos de leer?

Siempre una resolución lleva consigo el acto de renunciar: renunciamos a algo para obtener otra cosa. Renunciamos a comer en exceso (e incluso los más exagerados a comer del todo) para lucir esbeltos o para mejorar nuestra salud; renunciamos a comprar ciertas cosas para comprar otras, porque ya nos hastiamos de lo que teníamos; renunciamos a nuestros hijos, porque nos enamoramos de otro hombre u otra mujer, y en la lucha egoísta por la 'felicidad' propia, creemos que él o ella nos van a dar 'lo que tanto habíamos ansiado', la felicidad insuperable. ¡Es cosa de risas! A lo único que este tipo de búsquedas nos puede llevar es el amor carnal; y efectivamente, como todo lo que comienza, termina, y llega el día que ya ni eso tenemos. Pero sigamos adelante.

Renunciamos a un trabajo pues hemos hecho la resolución de 'mejorar', de 'progresar' en la vida. Sin embargo, si esta decisión no se toma y se ejecuta sabiamente, terminamos en algo que nos disgusta incluso más que lo que teníamos anteriormente. ¿No han escuchado del dicho que dice: "más vale malo conocido, que bueno por conocer"? Pues éste es un caso que lo vivifica con creces.

Muchos renuncian a su patria con la resolución de ir en busca de fortuna a otros parajes, creyendo que allí encontrarán lo que decían no poder encontrar en su lugar natal. Pero generalmente lo que encuentran no es lo que esperaban. Si bien quizás algunos acumulan dinero como parte de ese algo que están buscando, no encuentran esa felicidad que se imaginaron. Con todo respeto, ¡Qué inocentes! ¡Qué ignorantes!

¿Y por qué no más bien renunciamos a lo que de verdad es el único obstáculo para llegar a la verdad? El ego. Ese ego que es el que nos trae la infelicidad, tanta desdicha, tanta amargura. ¿Por qué no renunciamos a ese 'ego' engañoso, falsario y patrañero que nos guía erróneamente a la ilusión y al error? ¿Por qué?... ¿Por qué?... ¿Es que acaso es tan difícil? ¿Es más difícil que renunciar a los hijos y a la patria?

Nuestro Buda, nuestro modelo a seguir, Sidarta Gautama, el príncipe, renunció al poder y a los placeres mundanos, renunció a su familia, declinó su reinado y rompió todas las ataduras. ¡Eso sí que fue una renuncia! Pero realmente a lo que él renunció para salvar al mundo fue a dejarse guiar por la mente falsaria y engañosa (el ego), de la que pudo percatarse y llegar a controlarla. Él dijo:

El Pensador Silente


"Yo soy" es un pensamiento insustancial; "yo no soy" es un pensamiento insustancial; "yo seré" es un pensamiento insustancial; "yo no seré" es un pensamiento insustancial. Los pensamientos insustanciales son una enfermedad, una úlcera, una espina. Pero después de vencer todos los pensamientos insustanciales uno es llamado un "pensador silente". Y el pensador, el Silente, no surge más, ya no se muere más, ya no tiembla más, ya no desea más. Porque no hay nada en él que pueda surgir otra vez. Y como no surge ya más, ¿cómo puede envejecer? Y como no puede envejecer, ¿cómo puede morir otra vez? Y como no puede morir ya más, ¿cómo puede temblar? Y como no puede temblar ya más, ¿cómo puede desear?

 

Y dice la historia, que después de renunciar a todo [La Gran Renuncia], cabalgando en la noche silenciosa, se fue a llevar una vida mendigante. ¿Es a eso a lo que tenemos miedo? ¿A la noche oscura y silenciosa?

¿No ven que la única forma de ver las estrellas resplandecientes y brillantes en los cielos es en una noche oscura y silenciosa? No teman. 'Oscura' y 'silenciosa' son palabras temibles únicamente en el sentido negativo que les imprime el sámsara en el que estamos viviendo en este momento, aquí y ahora, en nuestra mente, que por muy real que se proyecte, no deja de ser irreal y temporal.

Por eso me digo:

¡Oh, noche oscura y silenciosa, qué me dejas ver las estrellas resplandecientes!
Qué me haces comprender la verdad correcta de las cosas,
la sustancia brillante de la iluminación maravillosa,
Lo permanente y duradero, lo real en toda la existencia, la bienaventuranza de la rectitud.
¿Qué me deparas?
La alborada feliz de una mañana iluminada y pura.
¡El crepúsculo matutino de la Iluminación Perfecta e Insuperable!
¡Bienvenida seas!

Cuando era chica aprendí en la escuela un poema, que por cierto, no me acuerdo ni el autor ni el título, pero que lo aplico a mi vida en todo momento, ajustándolo, no para que rime mejor, sino para que me permita comprender la verdad en cada situación. De corazón lo recomiendo, aprehéndanlo y háganlo realidad en sus vidas:

Aunque recorras el 'mundo entero' - [Aunque recorras el sámsara de pie a cabeza]
Sobre la tierra no has de encontrar, -
[en el sámsara no has de encontrar nada, porque es irreal y temporal],
Ni un gran palacio, ni alcázar regio -
[nada que te haga feliz]
Que valga tanto como 'tu hogar'. -
[Tu hogar es el refugio de la Budeidad y la Iluminación Perfecta e Insuperable]

Continuaba diciendo:

¿Guarda riquezas atesoradas? - [¿Guarda ese hogar riquezas materiales?]
Guarda un tesoro mucho mayor. -
[Guarda algo maravilloso e insuperable.]
Guarda la dicha de tus hermanos -
[la dicha de todos los seres del universo a través de tu comprensión de él]
Y de tus padres el tierno amor. -
[Y el Amor Divino.]

Alguien dijo - Esta dimensión material es simplemente el samsara. Cuando la miras, estás mirando el samsara en toda su extensión. Pero, ¿qué significa? Nada más y nada menos que nombres y formas cambiantes. Pero cuando el ego se extingue, entonces experimentas 'ese Flujo'... y es bello, no sólo porque es deslumbrante, sino porque el hecho de que para verlo como es, requiere del olvido del ego. El Velo (del ego) se levanta y ves claramente.

Y Carl Gustav Jung [1875- 1961] dijo muy acertadamente, observando las necesidades del hombre como entidad, algo de lo que tenemos que hacer consciencia - "Estamos atravesando la necesidad de una reorientación, un cambio de mente. Tocar la maldad trae consigo el gran peligro de sucumbir a ella. Debemos, por lo tanto, no sucumbir ya a nada más, ¡ni siquiera a la bondad! La llamada bondad a la que sucumbimos pierde su carácter ético. No que haya nada malo en lograr eso, sino que 'sucumbir' a eso puede crear problemas. Cada forma de adicción es mala, no importa si el narcótico, es el alcohol, la morfina o el idealismo".

Despertemos de ese sueño irreal y temporal que es el Samsara. Levantemos el 'velo del ego' y declaremos firmemente la única y estupenda resolución que nos dará la Inmortalidad y la Iluminación Maravillosa e Insuperable:

"OM GATE GATE PARAGATE PARASAMGATE BODHI SVAHA"

"(Vamos, vamos, vamos más allá, vamos a la otra orilla, ¡Iluminación! ¡Gozo!)"

 
Por la Rev. Yin Zhi Shakya, OHY
Miércoles, 4 de diciembre de 2002

 

Índice            A la Página Principal